¿ Qué es un Bootyfest ? ustedes se preguntaran. Pues bien, un Bootyfest, o siendo sinceros, un Putifest, es la magnífica idea que tuvieron a bien realizar mis viejos compañeros arequipeños de parranda. Me parece que la idea, tan de élite, surgió de las iluminadas cabezas de los locasos del Chiris y el Lil Pueltorikan, Cebollaz Alaín. Estos desgraciados, haciendo gala de un gran ingenio, dieron en el blanco de todo lo que desearía, hoy por hoy, un jóven arequipeño de un verano sin sorpresas. Juntaron a “la gente”, compraron trago en exceso, y reclutaron - cual cinco y medio - a las mollejas mas desprendidas y de ABIERTA índole, que en este sur de la patria hay.
Mi primer Booty fue, apenas llegué de Lima para las fiestas, en el mes de diciembre. Acudí todo ingenuo, todo santo, de la mano de mi amigo el Batracio. Yo al Chiris no lo veía hace tiempo, y muchísimo menos al Cebollín (al cual recordaba de la época del cole, flaquito y timidón). Pues grandísima fue mi sorpresa al pisar el frontis de la vivienda que ocupan en Cayma, y toparme con un soldadito raso, quien luciendo su respectiva cristina de marine, me preguntó cuál era mi nombre y a cuánto ascendía la donación que para los etílicos fondos iba a realizar. Un puta el popeyito. Le respondí que no tenía dinero pero no le causó ninguna gracia. Gracias a dios el Batake fue generoso en prestarme. Ese día, sí bebí hartos shots de tequila "El Charro"(licor oficial del evento). Chanqué mi pecho a lo bam-bam con Cebollaz, conocí a una tigresa amiga del cabezón Jimmy Lopez, a quién ayudado por mi dipsomanía precoz, besé de la manera más bruta y astuta (bien que estuvo riiico...), entoné viejos canturreos de Los Hijos de Nostradamus junto al Batake, y cortavenas serenatas criollas con ese poeta de ojitos rasgados, estiradísima epidermis y apasionadas maneras para expresarse, llamado Luchín. Fue una noche maravillosa, lo juro, y por más que tuvo atizbos de tragedia y abusiva falta de escrúpulos (por parte de dos galifardos chuchasusvidas que se aprovecharon de mi amigo el Gaturro y le embadunaron, por no decir tapearon, todo el rostro con crema de afeitar), salí al final muy contento y agradecido nuevamente por haberme criado en esta ciudad junto a esta gente tan genial.
Lo cierto es que fui a un Booty más, pero ya cuando estaba prohibido de ingerir gota. Caballos, las maltines nomás. Esta segunda ocasión, la cosa se puso de lo más salvaje en la mansión Salas, y ya entre la oscuridad de sus salones era difícil distinguir el grado de salubridad de las siberians. Las cuales, todas más cochinonas y chascosas, no medían la ley del riesgo, e incluso la ley de la gravedad les era poquita cosa. Así fue que una bien tamalona acabó desbordando todos los límites del estrago, al ser hallada en sugestivas poses de domadora de leones, junto al Capu Capurro en un catre de la vivienda (lleno de peluches). ¡Por Dios, que escandelete ojete! Y no faltó rapaz que acusara al ex-pelotero rimense de haberla virlado a la robusta muchancha. Por ahí escuché una voz (que a lo mejor fue mía) pronosticando que esto se acabaría finalmente con la llegada del serenazgo. Entonces el pánico invadió el Booty, y Luchín absolutamente mamado impidió el libre paso de los transeúntes, que salivando como seven-up por el morbo, pugnaban por subir las escaleras.
Mi primer Booty fue, apenas llegué de Lima para las fiestas, en el mes de diciembre. Acudí todo ingenuo, todo santo, de la mano de mi amigo el Batracio. Yo al Chiris no lo veía hace tiempo, y muchísimo menos al Cebollín (al cual recordaba de la época del cole, flaquito y timidón). Pues grandísima fue mi sorpresa al pisar el frontis de la vivienda que ocupan en Cayma, y toparme con un soldadito raso, quien luciendo su respectiva cristina de marine, me preguntó cuál era mi nombre y a cuánto ascendía la donación que para los etílicos fondos iba a realizar. Un puta el popeyito. Le respondí que no tenía dinero pero no le causó ninguna gracia. Gracias a dios el Batake fue generoso en prestarme. Ese día, sí bebí hartos shots de tequila "El Charro"(licor oficial del evento). Chanqué mi pecho a lo bam-bam con Cebollaz, conocí a una tigresa amiga del cabezón Jimmy Lopez, a quién ayudado por mi dipsomanía precoz, besé de la manera más bruta y astuta (bien que estuvo riiico...), entoné viejos canturreos de Los Hijos de Nostradamus junto al Batake, y cortavenas serenatas criollas con ese poeta de ojitos rasgados, estiradísima epidermis y apasionadas maneras para expresarse, llamado Luchín. Fue una noche maravillosa, lo juro, y por más que tuvo atizbos de tragedia y abusiva falta de escrúpulos (por parte de dos galifardos chuchasusvidas que se aprovecharon de mi amigo el Gaturro y le embadunaron, por no decir tapearon, todo el rostro con crema de afeitar), salí al final muy contento y agradecido nuevamente por haberme criado en esta ciudad junto a esta gente tan genial.
Lo cierto es que fui a un Booty más, pero ya cuando estaba prohibido de ingerir gota. Caballos, las maltines nomás. Esta segunda ocasión, la cosa se puso de lo más salvaje en la mansión Salas, y ya entre la oscuridad de sus salones era difícil distinguir el grado de salubridad de las siberians. Las cuales, todas más cochinonas y chascosas, no medían la ley del riesgo, e incluso la ley de la gravedad les era poquita cosa. Así fue que una bien tamalona acabó desbordando todos los límites del estrago, al ser hallada en sugestivas poses de domadora de leones, junto al Capu Capurro en un catre de la vivienda (lleno de peluches). ¡Por Dios, que escandelete ojete! Y no faltó rapaz que acusara al ex-pelotero rimense de haberla virlado a la robusta muchancha. Por ahí escuché una voz (que a lo mejor fue mía) pronosticando que esto se acabaría finalmente con la llegada del serenazgo. Entonces el pánico invadió el Booty, y Luchín absolutamente mamado impidió el libre paso de los transeúntes, que salivando como seven-up por el morbo, pugnaban por subir las escaleras.
Abandoné Arequipa los dos últimos meses, y aún así no faltó ocasión en que mi primo el Cebollaz me invitara a un nuevo Bootyfest. Qué va, yo ya estaba muy lejos del epicentro, aunque en mi cabeza no me era complicado imaginar lo que habría de estar ocurriendo en aquellas nuevas orgías. Full hip- hop “hasta que choque el mote”, y desperdigados los toxicómanos que de pura buena onda olfateaban por los rincones, no en vano, en busca de alguna gatúbela con tacos altos para garcharse.
Ahora que he retornado por una semana a mi ciudad, definitivamente no soy el mismo de mi bootydebut. Me indican que la 9na versión (¡pasu macho, que rápido!) se va a realizar en una urbanización, paradójicamente llamada Las Beatas, en Yanahuara. Me llama el Scooby y me explica cómo es. Siendo las 4 de la tarde y habiendo asegurado a medio mundo ya mi presencia, le confieso al Santiaguito que en realidad no tengo muchas ganas de ir. Me guardo mis motivos (aún ahora), ya que son tremendamente más que obvios. Como el cielo esta tronando terrible y la lluvia parece no querer cesar, acompaño a mi mami a recoger a mi hermanito Matías de la jataso de su pata Alex. He estado todo el día trajeado en un intento de pijama, como un zángano grasiento, así que si deseo salir debo cambiarme. Descubro en un rincón de mi ropero un antiguo gorrito de lana que usé diariamente en la época que me raparon para la universidad, me da cierta nostalgia verlo y decido probarmelo. Me lo pongo para salir y mi mami, que tanto me quiere, me dice “ ¡ay, que churro mi hijo!”. Me siento bien con el elogio y con el gorro. El gorro me proporciona un rico pefil bajo y el piropo maternal, la seguridad de la que carezco. Al volver a casa, y después de haber visto una entretenida película mexicana en la tele, decido llamar al Batake para ver si su entusiasmo fiestero logra convencerme. Pues no lo logró del todo, pero como me dice por la línea telefónica “no hay mucho más que hacer hoy día, amigo”. Y tiene razón el gordo. Tiene toda la maldita razón del mundo y es así que accedo. Entonces me voy a bañar, con una hora de adelanto para que al salir de mi guarida el aire no me agarre tan desprevenido y voluble. También escribiré un poco antes para calmar las ansias.
Al culminar con esta línea recta (pero imprecisa)de preparación para el Booty, le pediré dinero a la mami, meteré mi llave en el bolsillo, y sin pensarlo dos veces, cubriré la parte superior de mi cabello, todavía mojado, con el gorrito de lana que tanto gusto me ha dado encontrar. Así, completamentelisto para la acción, digo adiós.
De la casa del Batake zarpamos y no tardamos mucho en llegar a las Beatas. Un departamento abierto, con diferentes y muy bien espaciados ambientes nos espera. Ahí nos dieron la bienvenida Coyotón (al cual agradezco, de paso, su asidua sintonía a este blog), una juvenil dama de belleza incipiente, Diego Pérez, el Chris, el Cebollaz, y cómo no, el dueño de casa, Mr.Paquete. Nos unimos a la conversación y decidí meter mi arsenal de maltines en la refri. Sin quererlo pude divisar también una cuantiosa reserva de bebidas aguardando. Estaban muy bien abastecidos los putas, muy acorde con la situación. La conversación fue típica, me preguntaron por mi verano y yo por el de ellos. El clima. El inicio de clases. Y claro, el porqué de mi repentina aversión al alcohol, a lo que respondí con absoluta sinceridad ya que no me gusta mentir, y así mismo por las ganas inmensas de adivinar cómo reaccionaría la gente ante mi respuesta. Tomo antidepresivos señores, así que hoy no me pidan que pague la cuenta. Fue así que en menos de lo que el Batake terminó de contarme sobre el método de armonización bioenergética al que se ha sometido, llegaron más y más personajes que rápidamente se sumaron al desenfreno que recién comenzaba.
Yo fui espectador de primera fila del Bootyfest Número 9.
Ninguna mujer me dio bola ni tampoco intenté acercármele a alguna. Vi gente bailar, sola y acompañada. Vi a mis dos amigos, Batake y Scooby , caer presos del trago con la velocidad del carro de Meteoro. Saludé a algunas señoritas de mi promoción y le comenté a alguien cuanto me hubiera apetecido darle a una en especial, un vástago. Caminé y me senté en muchos lugares y en muchas posiciones. Estuve parado también, con razón y por las huevas. Vi la efervescencia juvenil en reacciones rápidas y animadísimas. Vi parejas besándose. Vi parejas subiendo a algún cuarto (supongo que para el cache). Vi un baño hecho ruinas. Vi vasos rotos. Vi deseo. Vi frustración caleta. Bailé con una señorita con apellido de insecto, sólo y nada más, para hacerle el favor a un amigo del alma que quería sacar a bailar a otra dama amiga. Me pareció que mi gorrito de lana le quedaba genial a este amigo bailarín y se lo alquilé por el resto de la noche. Rechacé hasta decir basta innumerables ocasiones de recaer en el vicio de la copa. Resistí y hasta ahora me dura el orgullo. Vi a una fémina bebiendo ron de un recipiente con forma de pene. Reí con el Max. Reí con el Gatito. Reí con el Paquete. Reí con el Sccoby. Reí con la famosa Mapi. Reí con el Coyote. Reí con el Bazito. Reí con el Chiris y el Cebollaz. Reí incluso con personas que ya no recuerdo bien quienes eran. Y cuando me cansé de ver, no actuar (porque así soy) y esbozar una sonrisa con gran esfuerzo, decidí largarme del Bootyfest para vagabundear solito por las calles.
3 comentarios:
jajaja es verdad ....aca nuestro qrido MUSOLINI ( dante aka parkona ) presencio 3 de los mejores BOOTIES habidos y x haber.... Y NO PUDO HABERLOS DESCRITO DE MEJOR MANERA !!!! FULL CHARROS SOMOS KILOMBOOOO jaa yaa chau todoooooooooooo -
atentamente
chiris
Mr Booty.
Reimos juntos, espero que no sea la última vez =).
Mapi
dante cojuda!! cuando kan kan!! chau todo te amo
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