domingo, 12 de septiembre de 2010

El tiempo (parte 1)

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Hola a todos, me reporto nuevamente para hablarles de un tema muy importante, quizás el más influyente y voraz en mi vida en este momento. Les hablo pues, del tiempo.

Sucede que el tiempo y yo parecemos estar en constante agitación, en una riña dispar que hace que todo lo que haga (la mayoría de cosas ) no este librado de una preocupación porque no se me pase el tren, porque no se me escapen oportunidades valiosas que por mis propias cualidades (si desean, defectos) siempre terminan limitándome a algo que no se concreta, o si se concreta, lo hace recién al cabo de unos años. Cuando ya todos se han ido y pasó el efecto que hacía que la idea vibrara.

Aquí paso mis días. Mi taller de la universidad, junto a mi cuarto, mi más reconfortante y seguro bunker en horas de incertidumbre

Lima es una ciudad rápida para mí, demasiado, tal vez más que nunca ahora (Por eso es que tengo el cada vez más creciente deseo de largarme de ella). Sin embargo, debo reconocerle ciertos méritos, Lima me ha dado el amor más grande que he podido tener, el cual conservo todavía, dicho sea de paso, después de un año. Desde luego, cosa sui generis para mí.


1 año como ningún otro. Con "El bebé", batiendo muchos records.. como deglutirnos 3 sushis para no tener que pagarle 25 soles al local Oceanika, en el día de nuestro aniversario.


Sin embargo, me sigue costando un huevo (¡me gusta esa palabrita! mas no el alimento) lograr abstraerme del todo de muchas de las tendencias, costumbres y maneras que tiene la gente que se mueve alrededor del circuito en el que me hallo cumpliendo mis deberes.

Le he agarrado tirria a la universidad, a la facultad de arte, al hecho de tener que sacar la cojuda tesis, a las putas posturas pro-intelectuales - bastante meramente visuales, es decir de imágen, de mero verbo, de la boca para afuera- que parecen tener la gran mayoría de mis compañeritos. A su léxico asqueroso de cojudos bien en onda, a sus drogas blandas de mierda, y lo que es peor.... a que su constante dinamismo de alta competencia, que acaba contagiandome -en algunas ocasiones como esta- a pensar que quizás, si sigo tan lenteja, tan relax, tan ajeno a lo que supuestamente sí me conducirá al éxito, quizás acabé de lograr finalmente lo que quiero de acá a varios años, y lo que es peor, que continue escribiendo para hacer berrinche, aquí -por el mismo espacio y por el mismo canal- pero cuando ya haya empezado el otoño de mis hojas, y me genere algo de reproche nunca haber despertado de mi iglú de odio. Para cuando llegue el invierno. Cosa que ellos sí.





¡Puuuuuuuuuaj! Dos cosas a las que me he vuelto alérgico de esta juventud que me rodea :
las enfermizas ansias de conocimiento y el llamado neohippismo

Uno distribuye su tiempo, dicen. Y yo la verdad no quiero leer cosas que no me interesan como teorías de semiótica ni de puta cosmovisión, yo sólo deseo meterme a mi taller a continuar por día una pequeña porción de mi dibujo que debido a mi ritmo me toma 3 o 6 horas. Motivo de mayor razón para que no esté perdiendo el tiempo gastando mi plata y mis horas en la revisión de separatas cojudas (lo sé amigo lector, estarás pensando que aquí el único cojudo soy yo... tenme paciencia, ya voy a acabar ahoritititita) Yo no quiero ensayar todos los sábados mis canciones (prefiero mil veces dormir) pero igual quiero -de todo corazón- agarrar la oportunidad de poder tocar en algunos conciertos.


Ponte, para mí la siesta, la rica tutumeme, es una genial y mágica transacción de tiempo. A mí me gusta, ¡¡¡¡¡me encantttttttttttttttttta dormir!!!!! Lo he probado y ya me parece muy difícil levantarme temprano para aprovechar el día. Me encantaría de verdad, pero cada vez está más pendejo. Hay quienes como mi hermana o mi amigo Sergio Dapello le sacan el jugo a sus 8 horas de trabajo. Es decir, le sacan el jugo de manera visualmente notoria (que tu ves el resultado de lo que hacen, y chucha, te deslumbra porque al toque te das cuenta). Hacen varias cosas a la vez, se divierten y dividen su tiempo entre la labor de taller, entre las lecturas del curso de Filosofía, es más, todavía Sergio se toca una sesión diaria de guitarra en la noche, cositas paralelas al rigor universitario.....
¡Que tranca es eso para mí! Yo a las justas puedo continuar con un proyecto que no sé para cuando lo voy a acabar. Ya ando 4 semanas y aún no lo termino. ¡4 semanas! Me entra el miedo carajo, la incertidumbre de que lo que tengo en mi cabeza y para lo cual chambeo -relativamente con ardor- cada día, nunca llegue a su finalización.





Así esta la cosa. Imágenes de mi célebre dibujo "23 años", aún en proceso, a inicios de la semana pasada.


Iba a acabar mi dibujito esta semana, jejeje, osea la 4ta... pero........ se me presentaron viscitudes de tipo sentimental (irrenunciables, y que así mismo implican una inversión de time) como mi primer aniversario de enamorados con Daggianita Madrid, y bueno.. como ven, no pude acabarlo al dibujino. ¿Qué hago entonces, carajo? ¿Me maldigo y me madrugo sábado y domingo (días para los cuales planifico con antesala mi labor musical y mi justo derecho de andar panza pa' arriba) para compensar mi crímen, mi demora? ¿Dejo en stand by este dibujo, mi único dibujo en todo el ciclo hasta hoy (ojo, todo esto porque el puntillismo cuesta un reculo y -una vez más les recuerdo- yo soy lento) y paso a otro para no perder el tiempo?

No, ¿verdad?

Mejor acabo y termino de hundirme primero en lo que ya me he metido, y no soy como Castañeda Lossio que a la par que deja en veremos el Metropolitano, se mete a hacer más y más obras que por muy bien intencionadas que parezcan, nunca parecen tener final.

Soy un tipo lento, señores. Y estoy desesperado. No encuentro mi camino aún, no me decido.

¿Que debo tener paciencia, que debo seguir el camino y labrarlo con la tranquilidad y seguridad de un hombre que tiene confianza en lo que hace, y dejarme llevar por la corriente y aprovechar el paso de mis días?

No sé, hay quienes como yo que difícilmente encontramos el camino.


MAÑANA

QUINTA SEMANA .
VEREMOS COMO SIGUE EL ENFERMO.