martes, 31 de marzo de 2009

El Perú no se merece esto, el fútbol peruano sí

Y esto no es un broma...




Qué puedo decir del partido último contra Chile. Fui entusiasmado al Monumental, que (dicho sea de paso) no conocía. Lucí desde las 12 del día junto a mi leal primaso Rodri, la blanquirroja, sin ningún otro atavío que pudiera caletearla. Caminamos largas 10 cuadras (o más) para llegar puntuales al recinto. Cientos como nosotros, que ocuparon sus butacas entusiastas para alentar incondicionalmente. Lindo clima. Linda cancha. Los húsares de Junín haciendo la más patriótica previa a lo que todos queríamos soñar como una fiesta peruana. Saltar y despotricar groseramente (como todo buen hincha) contra el adversario. Desmadrar a su hinchada terca y envalentonada. Esperar ansioso a que lleguen las 6 y 10 de la tarde. ¡Arriba Perú!,¡Vamos que podemos!

Gol chileno a los 2 minutos y medio. Parálisis .

Foul en nuestra área chica. Penalty. Perú (0) - Chile (2)

No reacciono. No hablo. Me muerdo las uñas, me araño la costrita de un grano seco y busco pellejos en mi labio inferior. Me relamo una y otra vez.
Sergio se impacienta y comienza a gritar "Pelotudos de mierda", y a dudar sobre si quedarnos todavía viendo esta precipitada debacle.
No le digo nada. No hablo. Muevo una y otra vez los pies, porque no pierdo la fé y me cuesta resignarme a que en mi deporte favorito, los peruanos no somos NADA.

Contrataque inesperado y Johan Fano la empuja como puede, a lo macho, adentro de las redes mapochas.

Se cae el Monumental. Me levanto a gritarle a la vida todas sus putas verdades. Abrazo a Sergio y le declaro mi amor fraterno. Solo un gol puede lograr algo así. Tanto significado en tan perfecta síntesis de emoción apoteósica. “No perdemos cojudo, te lo dije”. Y creo no haber estado tan seguro de algo nunca.

Sin embargo me equivoqué, y garrafalmente. Jamás alcanzamos el empate, y tras la anunciadísima expulsión del “Psicópata” Vargas, estuvimos más lejos que nunca de cualquier intento decente de premio consuelo.

Nueva arremetida de la roja, y Leao cae vencido. Gol de Chile. Se acabó todo. ( Alguien preguntaría: ¿Acaso ya no lo estaba?)

Soy romántico (y revolucionario… como diría un aristócrata hermano). No pues, más que eso soy un pobre cojudo al que le encanta la felación (como más tarde diría con absoluta razón mi tío Phillip Butters... a él mis felicitaciones). Y doy la contra por las puras, y me mantengo con el culo pegado hasta que pite el acabóse el réferi Amarilla. Ante la (ahora silenciosa) rabia de Sergio. Viendo como en mis narices, medio estadio se despoblaba para largar a botar la frustración a otro sitio mejor.



Fin del partido. Reencuentro doloroso y pesada caminata para encontrar un taxi. Mi primo especula. Sergio especula. Toda la muchedumbre decepcionada no encuentra mejor sadomasoquismo que elaborar sus propias e interminables hipótesis sobre el porque de la derrota. Muchos hablan de los jugadores sancionados, de que otra hubiera sido la historia si los hubieran convocado. Otros, los mas pendejos, dicen que ya intuían en su condición de brujos, esta nueva muerte.
La gente esta frustrada, hastiados todos y tan incómodos, que hasta les es fácil acabar peleándose entre ellos por la validez de sus propias teorías. Yo me río dentro de mí y prefiero mirar culitos. De pronto, entre tanta discordancia a mi alrededor, empiezo a sentir, naturalmente, que el fútbol aquí es exactamente igual a la política. Un caso perdido. Un dedo con pus.

Mi primo, sus amigos, Sergio, yo. Un boleto que costó 60 soles. Un asesino amor (o mejor dicho tumor) por un equipo que -en teoría- nos representa. Pregunto en voz alta si acaso no habrán en todo nuestro territorio, once mejores muchachitos que realmente sí dejen la camiseta hecha sopa y la viniball como pelotita de lana.




Ahora solo me gustaría rezar....

Para que en unos meses, con diosito intercediendo, no vaya a estar yo ilusionado antes del partido de vuelta contra Argentina. Y para que por lo pronto, el día de mañana, no malgaste mi tiempo pegado frente a la tele esperando alguuuuuuuuuuna sorpresita desde Porto Alegre.


Ja.


PD: La gran foto que ilustra la presente crónica, es, cómo no, cortesía de la web Peru.com... visítenla putitos.

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