sábado, 15 de enero de 2011

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no es nueve.



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Acabo de volver de caminar hasta el centro. Fui a buscar un bastidor medio amplio, donde poder empezar la primera pintura que quiero hacer este verano. No se trata, sin embargo, de una obra de esas que se anhelan locamente y con ilusión durante mucho tiempo. No. La pintura cuyo bastidor fui a comprar, será un bonito florero que luego intentaré ofrecer a las amigas pitucas de mi madre, con el único fin de sacar un buen dinerito.

Pintar flores, desde luego, no es el tema que más me entusiasme, pero, al haber destinado la mitad de mis obras veraniegas a meros fines lucrativos, pues, tampoco es que me produzca un tedio insufrible. Hace años que no hago un estudio al natural en pintura, veremos pues qué tal sale.

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El día lunes caí sorpresivamente ebrio hasta horas muy entradas del nuevo martes. Fue una experiencia grata en el esplendor del momento. Compartí la mesa, los vasos de ron, y una larguísima caminata de amanecida, con gente muy bacán, con la que sin embargo no había tenido anteriormente la oportunidad de salir tan de parranda. Lógicamente, mi conexión con ellos y ellas no fue instantánea. Me siento siempre descomputado y alguito tenso al ingresar en las fauces de un nuevo grupo (mucho más aún, cuando al darles el alcance, ellos ya llevan buen rato reunidos). La comodidad -estando sobrio- con nueva gente, muy rara vez me es simple. Requiero de aceptar el paso de los minutos y que me entregue sin reservas a la dulce hipnósis del trago. Siempre me he preguntado si los demás también sentiran conmigo ese inquieto cable pelado. Igual, nunca me he atrevido a preguntárselos.

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Mi tío Miki hace las de mamá ayer, y es quien me despierta a hora prudente en el prólogo de mi día. Le abro la puerta de mi cuarto sintiendo un grave dolor de garganta. Ardor, mejor dicho. El motivo de su presencia en mi inexorable domo es, que pensó que ya era hora de arreglar aquel viejo tocadiscos que hace algunos años me obsequió, y que yo jamás tuve la predisposición de llevarlo a reparar para que funcione. La verdad pues, es que si no era mi tío Miki ... ahorita el aparatito seguiría siendo soporte del bulto de revistas y papeles cojudos que, por alguna razón, mantengo aún en un viejo mueble de mi cuarto arequipeño. Le entrego el objeto, agradecido, y pienso en silencio de que ha sido una bonita e inesperada manera de comenzar el día.

Me baño, almuerzo un rico plato de la inspiración de doña Flora, y algo adormecido permanezco por unos minutos más viendo un nuevo capítulo de la ya fenecida y antiquísima serie "Detrás del Crímen" (sí, con la conducción del multifacético coronel Benedicto Jiménez). Retorno a mi cuarto para dibujar o intentar componer algo con la guitarra, y de pronto suena el teléfono. Es el tío Miki para avisarme que ya está reparado el tocadiscos, que le han puesto la aguja que le faltaba, y que en 10 minutos viene por mí para recojerlo. Por lo visto, había sido bien rápida la cosa.

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Llego al centro, un poco más agitado de lo normal. Me cuesta un poco respirar y tengo la sensación de estar siendo observado por alguien. Ideas mías, nada más, aunque igual no puedo dejar de sentir mi figura entre tantas figuras desconocidas, como la de un extranjero. En la tienda de arte -presumiblemente una de las 2 únicas con que cuenta Arequipa- la dama que atiende me indica que por el momento sólo cuenta con bastidores pequeñitos. ¡Ah sí! También los putos acrílicos disponibles en su vitrina, son como para que los use un liliputiense. Por las huevas me vine al centro, si no hay lo que pido, mejor prefiero no comprar nada.

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Las charlas del lunes en "La Oficina" giraron en torno a conflictos de índole sexual y social. De por sí, uno es ya demasiado parlanchín cuando está en el fondo de la marea alcohólica. Habla, grita, se para, y entra a detallar viejas historias con inestables fonomímicas. Se va al baño y se le habla al sanitario como a un amigo más. Se retorna a la mesa y se continua conversando. Lejos quedó el impreciso inicio de toda la contienda. Ya nada atenta contra la alta fidelidad de mi eficiente reproductor de sonido, cuando estoy y están todos a mi alrededor, empapados del etíl. ¡Da placer el alcohol, qué vamos a hacer! Y por más de que -a lo mejor- siempre resulte inevitable al día siguiente... Creo que está de más buscarle demasiada hilación a lo que uno siente al moverse en 2 estados totalmente diferentes, como son la sobriedad y la borrachera. No puedo contra la química de mi cuerpo, y por las puras voy a torturarme cuando ya todo haya pasado, con las habituales preguntas que, en mi papel de borracho incurable, hasta el día de hoy continuo haciendome. ¿Vale la pena filosofar la borrachera, tras la borrachera en sí? Pucha, no sé, a mí -por lo visto- eso sólo termina haciendome sentir como mi propio cardenal Cipriani (muerte a ese hijo de puta), buscando todo tipo de anomalías en mi personalidad, para horrorizarme y luego flagelarme.

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El maestro dejó el tocadiscos funcionando de puta madre, ahora mi tío Miki quería saber donde podíamos comprar algún LP para probarlo. El maestro menciona un lugar llamado "La Muela", que queda por la avenida Goyeneche y no es más que una hilera de negocios de libros, radiolas, y todo tipo de artefactos en desuso, cuyo curioso nombre esta justificado por los colindantes consultorios odontológicos que se encuentran en la misma cuadra. Ahí encontramos, en el primer puesto que nos da la bienvenida a "La Muela", una gran ruma de percudidos vinílos que, cual muertos anónimos en una fosa común, esperan -quién sabe- amontonados la llegada de un deudo que reconozca con gratitud lo buenos que fueron mientras gozaron de vigencia. Mi tío se sorprende. Él, sin duda, conoce mejor que yo el uso de estos discos, y puedo notar, mientras seleccionamos juntos los ejemplares que nos llevaríamos a casa, cierto regreso en sus ojos por un pasado que supo disfrutar mucho.

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Harto ya de caminar y en vano entrar a tiendas, hago de cuenta que me dejo convencer casualmente por un letrero que anuncia cervezas en el Ad Libitum. Estaba escrito en inglés y no podía ser más alentador : "Cold beer S/7.oo".

Siendo casi las 5 de la tarde, estaba yo en un bar vacío y sin música, observando a través del gran ventanal que daba a mi mesa, a los carros y la gente que por la calle transitaban. Desde luego, todo tenía una matíz sombrío. El vacío y el silencio del recinto, el gran vidrio sucio del ventanal, y el administrador, que parecía estar resignado a ahuesarse sin saber muy bien qué diablos hacer apoyado en la gran barra del antro. Bueno, me trajo la chela y le agradecí porque en verdad estaba bien cold. Y así estuve bebiéndola de a pocos, para demorar en algo el tiempo de regreso a mi casa. Observando hermosas jóvenes turistas que se lucían del brazo de algún hippie madeinperu poco amante de las duchas. Pensando en tonterías. Haciéndome el interesante con mi chopp y mi mirada de forastero. En eso, el administrador decide prender la música. Agradezco -desde mi interior- el gesto, ya que me estaba siendo inconcebible estar en un bar sin la compañía de algún tema de fondo. El tío la achunta y ¡vaya de que manera! Empieza a sonar el Unplugged de Rod Stewart con "Maggie May", y yo me pongo feliz. Siento que el tipo del Ad Libitum ha perpetrado mi alma, sabiendo que con la inconfundible voz del viejo Rod me regalaría un buen momento. Ahora sí me olvido de las escenas de la calle y empiezo a gozarme solamente a mí. Continúa la música con "Hot Legs" y se desata la jarana en toda mi extensión. Disfruto hasta la última gota y me siento como un parroquiano de toda la vida en esta taberna, que ya en mi imaginación (debido pues a la música) no queda más en la calle San Francisco de Arequipa, sino, en algún sótano de la lejana ciudad de Glasgow. Sigue "Hot Legs", y cuando me aproximo para pagarle al viejo hermoso, 'ta que me da un horrible calambre en la pierna. Murió la canción, ¡Chau cold beer! ¡Chau Hot Legs!

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Antes de dormirme, y ya un poquito recuperado de mi total estado de aparcamiento por la trusca ronera, enciendo la tele para ver alguna peli que -si es posible- logre sacarme del aturdimiento de pensar tanto en los huevos del chancho volador. Encuentro , recién empezando, una bien bacán con Will Smith y su hijito, de la que mi amigo Andruko me había hablado alguna vez, camino a un Año Nuevo en Camaná. Su nombre era " The Pursuit Of Happyness" (así con 'y'), y trata de un hombre que se encuentra en un momento crucial de su vida, pues su economía empieza a caer de manera estrepitosa. Esto, poco a poco empieza a provocar estragos en su vida familiar, y es así que un día su esposa le anuncia que se larga del hogar, pues está ya harta que el cabrón no logre hacer nada para mejorar las cosas. El tipo, aunque triste y viendo que no hay nada que pueda hacer para evitar la partida de su ñori, acepta dicha decisión, pero pidiéndole como única condición a la flaca, que no se lleve al pequeño hijo de ambos. Así pues, él logra quedarse con la guagüita, a pesar, de que el verdadero infierno que acabaría por llevarlos a la más inimaginable pobreza, recién comenzaría. Sin embargo, Cris Gardner (el nombre del protagonista) tiene el espíritu más peleón y persistente de la humanidad, y hace tripas corazón para no perder la calma cuando la adversidad ya es asesina. Decide jugarse la última carta que le queda y empieza a prepararse -en medio de todo el caos de su vida diaria- para rendir un exámen que, si es que lo aprueba, terminará abriendole las puertas del gran mundo empresarial, y, logicamente, cambiando por completo el rumbo de su destino.

La historia que, vale remarcar, es un caso de la vida real, logró engancharme de una manera muy fuerte por la valentía para afrontar los problemas, no ahogarse en ellos, y buscar a como dé lugar en el infortunio aquel destino que creemos de nuestro merecimiento, que derrocha Cris Gardner. Así mismo me impresionó ver cómo el puto, ya a punto de perder la cordura, no perdía de ninguna manera la sensibilidad y el tacto para seguir tratando a su hijo como un niño. Se esforzaba por no descargárselas con el chiquitín, sino más bien, tomar la inocencia de sus preguntitas infantiles como la mejor medicina a tanto esfuerzo y presión de su desdichada realidad.

Me hizo pensar mucho en lo valioso que es no rehuir a una situación. Es decir, no darle cuchumil vueltas al llanto por la miseria, sino, respirar un poco, lavarte la carita con agua bien helada, y de inmediato, empezar a actuar para invertir tan mala racha. Al final, Cris Gardner obtiene la máxima puntuación del exámen y es elegido para quedarse con el empleo. Hoy en día comanda todo un imperio de los bussiness en Norteamérica. Y yo, pude dormirme, tras conocer su historia, con una grata e inspiradora sensación de chocolate caliente en el alma.

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15 son los LP's que mi tío Miki tuvo la amabilidad de regalarme. Estaban a 2 luquitas cada uno, así que no desaproveché. Verdaderos hallazgos los que encontramos en "La Muela". Un compiladaso de Bread, el Rock Of The Westies de Elton John, Bajo Las Sabanas de un Jimmy Santy ochentero y sumamente fascinante, la parte primera del Maestra Vida de Rubén Blades, Lord Sutch y sus heavy amigos, Esther Phillips, una desconocida agrupación mapocha medio new wave llamada Valija Diplomática, Barry White, uno en vivo del ex-Moot And The Hoople Ian Hunter, el primero de We All Together... entre otros. Le agradecí de sobremanera a mi queridísimo tío por tanto día de ofrendas. Caminamos de vuelta a la playa de estacionamiento y me evocó viejas lunas al contarme de lo "pendejitas" que eran en sus épocas, las niñas del Centro Educativo Chaves de La Rosa. Con gran paciencia y entusiasmo, supo enseñarme -ya de vueltita en mi cueva- el modus operandi del tocadiscos, procurando no dejar en el aire ningún detalle que pudiera estropear el ideal funcionamiento de mi nuevo juguete musical. ¡Un grande de grandes mi tío Miguel Del Carpio Härter! Y más tarde, hube de quedar catatónico cuando la aguja hizo girar el lado B del disco Bajo Las Sabanas de Jimmy Santy. Ni se imaginan, muchachos, de la delicia que les hablo. Ya habrá oportunidad de oírlo juntos.

domingo, 2 de enero de 2011

CANCIÓN : VOLAR Y NAUFRAGAR


¿Cómo están? Acaba comenzar el 2011. Hoy es el segundo día, y bueno, les deseo lo mejor sinceramente, lo mejor para que cachen como puercos endemoniados y manden al coño a todo aquello que los hace sentirse menos cómodos en este mundo.
Bueno, en la víspera del nuevo año, andaba medio encabronado con un ser al cual quiero mucho. En verdad fue un poco triste porque estuve encabronado con 3 seres a los cuales quiero mucho ( Ya solucionés las cosas con 2, excepto con 1) y no encontré mejor manera para zafarme de toda esa nébula de malestar, que sentarme en mi cama a tocar la guitarra y buscar si acaso salía algunas notitas simpáticas. Estoy medio molesto también porque en lo que va de mi llegada a Arequipa he subido 3 putos kilos de peso. Yo peso 60 kilos clavados, y puta... horas antes del día 1 de este año, sentí jodidamente que mi barriga estaba estorbando. Fue un malestar silencioso, pero precisamente por eso, por ser silencioso, es que lo detesté tanto. No me gusta hacer deportes pero tampoco me gusta engordar. Han sido los días de tragoneo y tragoneo que me han traído abajo. Soy vanidoso, ¡qué puedo hacer!. Mi amigo Sebastián ( que últimamente esta haciendo ya casa de psicoanalista conmigo) dice que esta fijación esta basada en que .... en fín. Bueno señores, el hecho es de que esta simpática composición me trajo una mejora anímica, que por lo menos hasta el día de hoy esta surtiendo efecto. Es de las canciones más "raras", por así decirlo, que he compuesto, porque no cumple la habitual tradición mía de hablar en primera persona sobre temas absolutamente reales, sino más bien... esta es sencillamente un devaneo, que en el momento salió, supongo tal vez, por las pocas ganas que tenía yo, de verme en mi realidad, medio aturdido por la llegada del nuevo año, y por los conflictos con seres queridos que ya comenté. Digamos que es un escape literario y hasta físico. Digamos que contrarrestó, pero a la larga, significó una buena fortuna, pues la verdad que he tenido uno de los añonuevos más bonitos, pacíficos e introspectivos de los últimos ¿23 años?

Pues bien, mis camaradas, aquí les dejo este nuevo tema, el primero del año que arribó, y según apunto a creer, un talismán de buena fortuna para lo que resta de estos 363 días.



VOLAR Y NAUFRAGAR



Una vez volé
hacia un mundo que jamás imaginé.
Todo era al morir
la mejor satisfacción de existir.
Y con ellos la fiesta
...no tenía principio
ni mucho menos fín.

Daba gusto andar
pues no habían razones para pelear.
Y ni al morir
se acababan las ganitas de reir.
Fui con ellos conciente
e inconciente a la vez.

Hay muchas formulas para vivir y sonreir
no dejes que maten tu inquietud.
Y si decides que mejor es naufragar
no habrá nadie que te lo pueda negar.