sábado, 13 de diciembre de 2008

Mi acercamiento a Rafo Ráez

Después de la Putiparty con el Batakón ....



En Arequipa me hallo ahora, me ha venido a visitar el Passano en la tarde, le hice escuchar algunas de mis canciones. Si pues, lo que pasa es que he grabado una cinta con lo mejor, por decirlo así, de toda la sarta de cojudeces que he venido componiendo durante este ciclo. La cuestión ha salido paja, a mí al menos me gusta bastante. Son 62 bocetos de canciones en las cuales voy a trabajar todo el verano para realizar, por fin, mi primera placa artesanal que tendrá el título tentativo de Mi primer polvo.

Bueno, volviendo al tema central de este artículo, quisiera hablarles un poco del que hoy por hoy es mi máxima influencia y músico favorito, con el que más me estoy hallando identificado últimamente. Rafael Adolfo Ráez Luna se llama. Desde que escuche el Suicida de 16, allá por 3ro de secundaria, quede prendado por esa brutal honestidad de sus letras, dotadas de un sarcasmo inaudito, muy conchudas a la hora de tocar temas jodidos como el suicidio, el sexo, el amor y la religion. Y muy genuino, con un estilo muy propio que hasta ahora mantiene en constante (r) evolución, y que me hace admirarlo tanto al Ráez al punto de creer firmemente que es el único rockero verdaderamente brillante de nuestra escena. Libre de clichés y etiquetas estúpidas. Sencillo.



Luego del Suicida de 16 escuche el Camisa y más tarde el Obsequio, disco del cual quedé como con muy pocos verdaderamente fascinado, pues fue ahí donde entendí mejor esta idea del cantautor (songwritter para las entendidos, tipo James Taylor, Bob Dylan, Donovan y demás...). Y es que el disco en mención, más allá del grado tan exquisito que puede llegar a alcanzar en el sentido melódico, cuenta lírica y vocalmente con una manera muy particular y única dentro de lo que yo he oído en el rock(y la música en general) que se practica en este país. Un verdadero obsequio.


El Obsequio (como toda la obra de Rafo Ráez) más que un disco en sí, significa el proceso creativo de un artista en todo su esplendor. Me gusta esa manera de trabajar que tiene Rafo Ráez y me identifico plenamente con él por esa gran urgencia que tiene para decir las cosas. Ese clamor por expresarse de una manera tal que puede confundirse entre lo sórdido y lo más inocente hasta llegar a un bello acuerdo. Por eso para serles sincero, Rafo dentro de mis compositores favoritos esta a la misma altura que Fito Páez, por ejemplo.

Hace poco salió a la venta su nueva placa llamada La Reina Pastrula, de la cual yo ya había oído hablar en la revista SOMOS, y que venía esperando con las más grandes ansias debido a lo poco predecible que suelen ser sus albums, cada uno muy distinto del otro, y así mismo muy dedicados cómo ya he dicho. Y nada, salía en la Somos un Rafo Ráez de tipo campirano, con sombrerito, abrigo y un acordeón entre las manos. Más allá de lo que iba anunciando que iba a ser "La Reina Pastrula" en el plano musical, me llamó la atención algunos títulos de las canciones como "Mi gordita", tan entrañables, y la caratula del disco, con un estilo de cuento de hadas (Rafo Ráez siempre cuida mucho el aspecto visual de sus trabajos). Lógicamente, para el momento en que me encuentro con mis propias intenciones de hacer música, son aspectos como estos los que me atrapan de inmediato y me hacen querer escuchar urgentemente el bendito material. Y así fue que recién a los 3 meses de este adelanto encontré el disco en las tiendas. Como suele pasarle al Buen Amigo, los bolsillos agujereados siempre tengo, y esta vez igual, así y todo, fui corriendo a gastar la totalidad de mis fondos sin importarme nada más que adquirir el bello elixir y tomar de inmediato el primer bus a casa para por fin llegar a mi estéreo y sentarme a escuchar al borde de mi cama el disco. ¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaala mierda!!!!, me dejo frío, just what i needed , my main man desde entonces el Rafito Ráez. Le habré dado, como mínimo, unas 12 vueltas a La Reina Pastrula , y a cada nueva escuchada aumentaba la fuerza de mis palpitaciones.



Para mi buena suerte no soy el único en mi salón que padece esta admiracion para con el Ráez, y un día mi patasa Felipin me contó de la presentación del nuevo disco en un pequeño bar del centro de la ciudad. Acudimos al evento en puntualidad religiosa, y al bajar las gradas del pequeño antro nos encontramos con nada más y nada menos que el mismísimo artista, su representante y otro patita que seguramente era el dueño del local. ¡Puta madre, el cabrón estaba vestido tal y como aparecía en las fotografías de la SOMOS ! ( el llamado " look pastrulo " según luego nos conto su muy entusiasmado manager ). La verdad y aunque pueda sonarles raro, yo no soy de caer intimidado muy fácilmente al ver delante mío a algún tipo famoso, a algún famoso que admiro. En realidad tampoco es que me haya pasado mucho... salvo quizás la mañana que saliendo del Kio´s me encontré al cómico Cavallini (aquel del celebrerrimo " Ayyyy qui rriiiiiiiiiico" ) lavando carros, o justamente con Felipin, una noche mientras libábamos Carales frente a la universidad, y se nos presento bien a la tela, con terno y corbata cual príncipe, otro amo y señor de la comicidad peruana , Petipán .



Lo cierto es que vi a Rafo Ráez y me sentí muy impresionado y nervioso. Nervioso porque tenía delante mío al único referente patrio del rock and roll que realmente llega a mi corazón como un hermanito del alma, e impresionado porque no tenía este la estereotipada pose de ídolo barato que muchos aquí suelen adoptar. De más está decir que el concierto fue magnífico, sumamente intimo en la pequeña sala del bar. Tocó en acústico todos los temas de La Reina Pastrula, y toda esta proximidad, toda esta cercanía al músico (al cual tenía a no menos de 5 metros) hizo del recital una experiencia particularmente intensa e inolvidable. Sus fieles respondieron de la mejor manera porque el músico se entregó completamente a ellos. Como debe ser. Al final del espectáculo Felipín y yo quedamos tan deleitados que no tuvimos reparo en ir a declararle nuestra admiración y pedirle que por favor nos firmara un autógrafo. El comunista de mi amigo, quien había comprado el disco ahí mismo, tuvo la envidiable suerte de lograr que el Rafo le pusiera la firmita allí en la mísmisima portada del álbum. Buenísima gente el Rafo, departimos unas cuantas palabras y sinceramente tuve muchas ganas de quedarme ahí tomando unas chelas con él y contarle quizás sobre mis futuros planes con la música. Lastimosamente para mí, ya había comenzado mi puto tratamiento con los antidepresivos y no iba a quebrantar de ninguna manera (así la ocasión lo ameritara) la ley seca que me había autoimpuesto. Entonces agarré el poster que nos habían regalado a la entrada del show y le pedí que me firmara el reverso.

Y en ese momento fue que mi mente volvió al pasado y recordé con suma nostalgia la primera vez que pude ver a Rafo Ráez en persona. Tenía programado un ensayo con Los Hijos de Nostradamus (mi alma mater) para un concierto que íbamos a dar en el cole. La noche anterior me llamó mi amigo Paul Pinto, el dueño de la sala de ensayos y me dice algo preocupado que se había presentado un imprevisto. “Dante no sé si pudieras cederme una de las 2 horas que reservaron, lo que pasa es que ha llegado Rafo Ráez a dar un concierto y quiere practicar un poco con su banda antes de tocar en la noche”. Ni huevón, claro que le regalé la hora , ¡cómo podía haberme negado a tremendo honor! . Al día siguiente fui a ensayar, dotado con todos mis discos dispuesto a lograr la hazaña del autógrafo. En eso, mientras le dábamos duro a nuestro repertorio, veo al Rafo y sus muchachos ingresando al estudio. Parecía estar de buen humor y al toque vi como se desparramaba encapuchado sobre el sofá de la salita de espera. Fue algo extraño. Yo, que incluso llevaba puesto mi uniforme escolar en ese momento, saqué temeroso de mi mochila los cd´s y al aproximarme al músico sentí la misma sensación de nerviosismo que podía causarme el tener delante de mí a una chica. Un pudor de mierda. Siempre ha sido asi, pero al menos también he tenido siempre el coraje de no rehuir a la acción cuando verdaderamente me urge cumplirla. No recuerdo bien que cosa le dije a Rafo, pero sí la gran amabilidad con la que accedió a cumplir mi sueño. Hasta ahora lo tengo el folleto ese en que aparece la foto suya de la portada del Loco y la Sucia con un bonito mensaje de su puño y letra “A mi amigo Dante…”, que aún guardo como un verdadero tesoro. Más bien con el Suicida no atracó la firmita porque (como la mayoría de mi colección discográfica) lo tengo en edición pirata. Triste pero muy comprensible.

En fín… desde ese primer encuentro con mi ídolo a esta hermosa noche limeña de fin de ciclo muchas cosas habían pasado por mi torrentera. Yo ya no era más el imberbe colegial con ganas de ser un punkie, pero aún, como en aquellos lindos tiempos, me sentía avergonzado de pedirle un detalle al músico. Tampoco Los Hijos de Nostradamus continuaban, habían pasado a mejor vida los conches… pero sí seguía vigente mi idilio con el rock and roll y Cogeme La Otra lo sustentaba (lo sustenta). No sé, fue de esos encuentros (reencuentro en este caso) que a uno le caen de perillas en un momento determinado de la vida, y para mí fue preciso porque en estos momentos no existe músico que más me inspire a hacer mi música y persistir con este sueño loco de dejarlo todo por el rock and roll, que Rafo Ráez.

Se tomó su tiempo para hacerme la dedicatoria, luego me devolvió el poster y le agradecí. Entonces alcancé a leer lo que había escrito y me quedé tan cojudo que hasta ahora no se me pasa la idiotez.
Decía “Para Dante de Rafo Ráez. FE Y FUERZA”

No sé si dejo entender mejor ahora, el porqué de mi cariño hacia este genial artista y compatriota. Dos palabras fuertísimas que para mi momento actual suenan como cánticos de guerra.

Las he tomado pues como consignas, y desde aquella noche, luego además de haberme provisto en Quilca de todo el fantástico material discográfico que me faltaba del Dr. Merengue, no duermo ni pienso igual con respecto a lo que va a ser mi futuro.

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