domingo, 28 de diciembre de 2008

The Doors - Waiting For The Sun

Post 69


The Doors fue una de las primeras bandas que siguió a los Beatles dentro de mi adicción al rock and roll. Emblemática agrupación norteamericana de la que rápidamente quedé prendado, y que hoy (ya sea por mis prejuicios tarados o por el cliché generalizado que asume gran parte de sus fanáticos)he dejado de oír en gran medida, teniendo en cuenta que sí hubo una linda época en que sus discos fueron como mi pan de cada día. Y no tendría porque mentirles con esta confesión.


El gran problema con The Doors, es creo yo, la suerte de haber tenido un frontman tan extrañamente icónico como lo fue Jim Morrison. Símbolo absoluto de la generación hippie, tanto por lo musical como lo inherente a su sexualidad. Un tipo tremendamente genial, qué duda cabe, pero cuya leyenda personal terminó opacando en gran manera a la banda de la que formaba parte, al punto de ser tomados los Doors hasta el día de hoy(y luego de su muerte) como un pretexto para recordarlo y enloquecerse con su desenfado lujurioso y sinigual.


Por eso, más allá del símbolo para una época que representa Jim Morrison, los Doors fueron una excepcional banda, de las más originales que haya parido el rock and roll. Integrada por 4 talentosísimos músicos que lograron configurar una de las propuestas más interesantes y remecedoras de finales de los 60´s. Y es que solo basta con oír cualquiera de sus discos (incluso los 2 sin Morrison) para darse cuenta de lo que digo. Así uno podrá apreciar fácilmente la real dimensión de los Doors como banda, más allá de la leyenda que los encubre.


El hecho es que los Doors hacían música y de qué calidad.


Hoy revisaremos al detalle uno de sus albums. El paradójicamente subestimado Waiting For The Sun, que para mi gusto figura dentro de sus trabajos mas fascinantes.


Waiting For The Sun fue lanzado hace 40 años y estuvo precedido por 2 magníficos elepés (The Doors y Strange Days) que sirvieron para colocar a la banda de Los Angeles dentro de la elite rockera de aquel momento.


Que el sonido de The Doors era inusual para la época, eso lo detectaría hasta mi hermanito Matías (con todo el respeto que él me merece). The Doors era una banda rara, algo dark y no creo equivocarme al afirmar que esto haya tenido que ver con que sus dos principales componentes ( Jim Morrison y Ray Manzarek) hayan estudiado Cine. En sí, la música de los Doors nos remite a imágenes con gran eficacia, y así suene medio reiterativo, podríamos decir que es una continua banda sonora para un largometraje.


En Waiting For The Sun el grado de experimentación es aún mayor que en sus antecesores, lo que ha hecho que, para bien o para mal, mucha gente no lo coloque dentro de sus favoritos. Siendo considerado como parte de un periodo de transición (y/o confusión) en la banda, o en el peor de los casos, una obra desconcertante que no merece la pena recordar con mucha gratitud.


Para mí, Waiting For The Sun es un disco bello de principio a fín. Desde la clásica imagen de la carátula a la totalidad de las canciones que lo componen. Repleto de gemas magistrales por descubrir, no muy distinguidas dentro del catálogo doorsiano pero con una calidad innegable, inmejorable, que seguramente hará levitar hasta al más esceptico. Estamos pues, frente a un disco imprescindible. De altísima factura. Con uno de las mejores conjuntos de toda la historia sonando al mejor de sus niveles. Un motivo inmejorable para que no se nos termine yendo al tacho la pasión por una gran banda. Una excelente razón para recobrarle el cariño a los Doors.

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Rápidamente les reitero la formación de la banda :


Jim Morrison ( voz )
Ray Manzarek (teclados)
Robby Krieger ( guitarra)
John Densmore ( batería)



Y la lista de canciones del disco:


1. Hello, I love you
2. Love Street
3. No to touch the earth
4. Summer´s almost gone
5. Wintertime love
6. The unknown soldier
7. Spanish caravan
8. My wild love
9. We could be so good together
10. Yes, the river knows
11. Five to one


Hello, I love you

El disco abre con “Hello I Love You”, un pop pegajoso de melodías y estribillos divertidos. Bien basado (como suele pasar con casi todas las canciones de los Doors) en los teclados de Ray Manzarek. La típica canción de amor juvenil, pero construida con mucha creatividad e inteligencia.


Love Street
Si hay una virtud que distingue a los Doors es esa enigmática melancolía que envuelve a todas sus canciones.” Love Street” es un temasa, maravillosos versos de Morrison que hablan sobre una nenita solitaria. Una vez más, la instrumentalización de la banda es impecable. Los Doors son una banda en todo el sentido de la palabra y esta es una buena prueba de ello. Preciosa balada. De lo mejor del disco.


Not to touch the earth

Hay mucha psicodelia en este disco. Los Doors son una banda oscura y magnética. Escucharlos es como dar un paseo nocturno por el desierto, en donde nada está previsto y el destino final puede tornarse en una maquiavélica pesadilla. Un cuento de horror y espanto. “Run with me” repite incesantemente un desesperado Jim en "Not to touch the earth”. Luego de la inocencia bubblegum del primer corte y la sepia reflexión romántica del track número 2, llegamos aquí para encontrar un caos terriblemente encantador.


Summer´s almost gone
“Summer´s almost gone” es otra preciosa pieza reflexiva en la que el clásico sonido de la banda logra una sutileza digna de destacar. The Doors nunca fue una bandita más de rock ácido californiano, y este tema es un buen ejemplo de su característica personalidad.


Wintertime love
“Wintertime love” sigue la senda de su predecesor y recalca el carácter de este LP. Sosegado, por momentos cimbreante, dulce y seductor.


The unknown soldier
Llegamos al tema número 6 y los Doors se despachan con una de las bombas mas irreverentes y magníficas de todo su repertorio. Quién sabe si una sátira a la guerra de Vietnam o simplemente el belicismo usado como metáfora para la alienación y la soledad. “The unknown soldier” es en mi opinión, una muy bien lograda intervención quirúrgico- musical, en donde la experimentación podrá mover de su asiento al mas intelectualoide lector de la poesía del Rey Lagarto, y hacer pensar más de la cuenta al yonki mas efervescente de la Era de Acuario. No cae por ningún lado en los más comunes clichés, de aquellas cancioncitas de los sesentas en que por probar nuevas opciones la música terminaba convirtiéndose en un bodrio. Aquí la vanguardia alcanza solidez, la solidez aclamación y el final es apoteósico.





Spanish Caravan
¡Y vaya que el viaje nos depara todavía más mágicos tesoros! Uno oye esta pieza de fantasía titulada “Spanish Caravan”, y se olvida de que Francisco Pizarro y una manada de gallegos incultos vinieron a nuestra patria y nos desvalijaron en un dos por tres de todos nuestros bienes. Más bien nos imaginamos a Rocío Durcal calatita, o para ponernos más acorde con los nuevos tiempos, a Elsa Pataky con las ubres descubiertas en una paradisiaca playa del mediterráneo. Uno oye esta maravillosa canción y no se cansa de descubrir siempre nuevos recovecos de exuberancia y maestría. Todo un elixir de inagotable embriaguez. Sin duda alguna, el clímax de un disco muy parejo.


My wild love
Le sigue “My wild love”, que es de aquellas arengas tribales que difícilmente hoy se encuentran. Primitivo lamento de indios apaches. Hirviente caldero de pasiones desasidas. Terco y tenaz regreso a lo más esencial de las raíces. Muy al estilo de “Mercedes Benz” de Janis Joplin y “You gotta move” de los Rolling Stones. El desaliento adquiere fuerza de empuje cuando los frustrados se reúnen. Entonces la decepción desaparece pues se inicia el rito redentorio.


We could be so good together
La ironía casi naif de “Hello, I love you” vuelve a asomarse con “We could be so good together”. Elegante jerk pop de corbata bluesy. “Qué es el amor sino una mofa pasajera para matar el rato” parecen querer decirnos aquí Morrison y compañía. Verdaderamente geniales.


Yes, the river knows
La introspección más tierna y sublime de todo el disco llega a nosotros con “Yes, the river knows”. Un verdadero diamante, aunque no muy conocido debido a que (corríjanme si me equivoco) no encaja en el típico registro sonoro de la banda. Reveladoras líneas en las que Jim Morrison se desnuda en su fragilidad. Tenue. Suave. Como un niño asombrado ante la eterna y descomunal sabiduría de la naturaleza. Como para hacernos entender que es allí donde radica la única certeza. Inexplicable, pero de una presencia tan grande que es imposible poner oídos sordos y huír de ella.


Five to one
“Five to one” pone punto final al album con su salvaje y excitante rebeldía. Robby Krieger realiza aquí uno de sus riffs más memorables, e incluso llega a superar la usual hegemonía que tiene en The Doors Ray Manzarek y sus teclados. La voz de borracho de Morrison y esa general atmósfera de desprolijidad que invade el tema podrían ser tomados como un referente clave para la postura que adoptaría la banda en sus siguientes producciones, abandonando esa peculiar forma de tratar la piscodelia (con el matiz bien jazzero de Manzarek primando) para adentrarse más profundamente en la música popular norteamericana (tal como ocurre en discos como Morrison Hotel y L.A. Woman). Mi parte predilecta de toda la canción es el inquietante “Get together one more time “en el que Jim parece haberse disfrazado de Mick Jagger.


Pues bien, solo me queda decirles que este es el disco perfecto para continuar el romance con The Doors ( ojo, no para iniciarlo), y que agradezco la oportunidad de poder tenerlo nuevamente (gracias a la intervención de mi buen amigo Passano) en mi discoteca; ya que no sé si se los conté, pero hace 3 años me lo quitaron en un incidente a mano armada allá por el Óvalo Higuereta.

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