jueves, 23 de julio de 2009

Los curas en el restaurant

Gastón Acurio acaba de abrir un restaurant de lujo en mi ciudad. Se llama Chicha y a él acudimos con mi familia el día domingo a comer. La novedad me parecía excelente, aunque para ser sincero no tenía mucha hambre ya que me había llenado con como 5 panes de jamón a la hora del desayuno. De todas formas sabía que alguito por lo menos iba a deglutir. Oportunidades como estas de saciarse con comida de la más irresistible, muy pocas veces se me presentan. Y esto generalmente sólo en compañía de mis padres.



Arribamos al sitio pero no tardamos en darnos cuenta de que estaba copado. Como ocurre siempre que se estrena un nuevo restaurant en Arequipa. Anda de moda las primeras semanas, y fallece luego con ridícula letanía.

Unas delicadas damas de escueto vestir nos dieron la bienvenida y confirmaron la noticia de que no habían mesas disponibles. Una cagada. Pero igual aceptamos esperar una hora.

Sentados en una banca del arequipeñísimo patio que daba a la fonda, hicimos tiempo en medio del sol mientras veíamos, una a una llegar a las mas distinguidas familias de la crema y nata characata. Se saludaban entre ellos con el clásico entusiasmo de un domingo al mediodía. Todos con sus mejores chachas y la sonrisa para regalar.

Yo en particular odio ver esas escenas y no se exactamente por qué. Derrepente por que no los conozco bien y quisiera que también a mi me den un abrazito o que me dejen impregnado, las tías el rouge en la mejilla. No se, quién sabe.

De todas formas la espera se estaba tornado mucho más lenta de lo previsto, y tuve a bien pararme. En eso veo una cara conocida saliendo del lugar. Mi amigo Andruco con toda su familia, con los rostros y (seguramente también los estómagos) satisfechos tras una buena empachada.

Me dirigí a saludar a mi pata y charlamos un poco de lo de siempre. "¿Amigo cómo estas?

¿Desde cuando estas acá en Arequipa? ¿Hasta cuando te quedas?"

"Bien. Desde el 16. Hasta el otro 16."

Por otra parte, la actualidad de Andruco sonaba mucho más animada. Iba a irse de viaje con su madre a la Patagonia argentina. El llamado "Final Del Mundo". Quién cómo él. Y de ahí a un congreso de jóvenes estudiantes de Medicina en el rico norte, con paradita incluída en Máncora. ¡Que rico carajo!. Ah sí, también le pregunté que plato había comido, y tomé muy en cuenta su elección.

Como con todo en esta vida, mi hora de suplicio antes de entrar a Chicha se acabó, y nuevamente las damas de escuetos trajes sastre nos dieron la bienvenida con la misma amabilidad.

Entramos. El lugar era grande y los espacios -en su mayoría de cillar- se hallaban todos decorados con artísticas gigantografías de los mas emblemáticos productos de nuestra gastronomía. Espectaculares rocotos, panes de trigo y hasta coquetas habas, cuyas reminiscencias con la chucha me causaron gran sospecha.

Me paseé muy atento con los míos hasta encontrar nuestra mesa. Quedaba una, amplia, con sillas muy cómodas, en un ambiente apacible y lejos del severo sol que a esas horas reinaba en la intemperie.

No tardaron mis padres en hallar una cara conocida cerca nuestro. La guapa madre de un amiguito de mi hermano, a la que saludaron.

Rápidamente vino un mozo (que me cautivó por su educación) a entregarnos la carta. Y mientras revisaba el menú, noté una presencia celestial a nuestro costado.


El arzobispo de Arequipa, Javier Del Río, acompañado por una animada terna, conformada por otro cura -asumo que español por el acento-, una anciana mujer de baja estatura, y un sujeto de pelo canoso y raso, al que no alcancé a verle el rostro debido a que me daba la espalda.

Me fue imposible no distraerme de lo que iba a pedir para comer. Por alguna razón la presencia de estos hombres de fé -por lo menos la de los 2 sacerdotes- había llamado poderosamente mi atención.

No me haré más el huevón y diré las cosas claras. Era imposible no distraerme, ya que hacían su buena bulla y movían los tenedores y copas cual langostas. Nadie discute el derecho del arzobispo y su comitiva para comer riquichichisimo como dios manda. No en vano existe el famoso cliché "el bocado del cardenal" que hace alusión al buen diente que estos sacrificados emisarios de la fé poseen. ¡Y vaya que Mons. Del Río hacia honor a la palabrita!

Chismoso como soy y amante del morbo burdo, le comenté lo que acontecía a mis padres. ¡Y vaya que teníamos que provenir de la misma madera!. "A ver mírale tremendo crucifijo de oro que le cuelga a lado del plato" añadió algo escandalizado mi papá. Y sí, era gigantesco, y hacía muy peculiar pareja con el exquisito potaje que se embutía monseñor.

Comían felices los curitas y me pregunte - enfrentado con mis dudas- "¿Por qué no? ¿Por qué ellos no pueden tragar como cerdos?".

Opté por olvidarme un rato del tema, un asunto que de seguro muy poco me competía, y apresuré a decidirme por que cosa rica iba a comer.

Entonces me acordé de mi amigo Flojanne y su pasión por la carne de chancho, y le pregunté al camarero por el más delicioso manjar que incluyera a algún pariente de Porky. "El codillo de cerdo con pastel de papa y puré de manzana, podría resultarle la mejor opción"afirmó el jóven. Acepté.

Al rato se despidieron de nosotros el amiguito de mi hermano y su ricotona madre (¡que vieja para rica, carajo!), y en cuestión de segundos una numerosa familia de turistas norteamericanos ocuparon su mesa. Las gringuitas hijas acabaron por acelerar mi apetito y no fue casualidad que arrasara con el famoso codillo apenas este llegó a mí. Estaba exquisito todo. La carnecita se deshacía como miel en mi boca. Todos nos hallabamos en total regocijo, metidasos en nuestro richi. La Maji comía unos tentadores ravioles de no se qué, Matías -el más económico- una pizzita de jamón y queso, mi papá su costillar que no tiene pierde, y mi madre un lomaso saltado con una pinta de la pitrimitri.

Acabé mi cuestión en lo que canta un gallo y fui poco a poco equiparando mis miradas entre las gringas de la mesa de la izquierda y el archbishop de la derecha.

Al parecer todo seguía muy animado en la mesa clerical. "Santificar las fiestas", reza un mandamiento.

En eso llega un supervisor y nos pregunta " ¿Todo bien hasta el momento?", a lo que no existe discusión. La familia extranjera, que no es tonta ni perezosa, comienza a divisar lo que más les abre el paladar de nuestras comidas para ordenar el pedido. En eso, en lo que parece el exitoso final de la senda comilona, un mosaico empieza a retirar los platos vacíos de los diáconos. Procede a dar la media vuelta, pero un momento, veo y alcanzo escuchar al padre de acento español solicitando una segunda ronda, acompañada esta vez por una botella del más fino vino.

¡Ala mierda, que tal aguante! pienso, y esta vez si procedo a exclamarles en voz alta a mi familia el desconcierto mezclado con chiste que me provoca todo esto.

No tarda en aparecer la segunda tanda, y el vino que lo beben como agûita del río Jordán.

Yo que nunca tengo mis ideas ordenadas, empiezo pronto a resondrar maliciosamente contra el supuesto voto de pobreza, afirmo convencido de que son hechos como estos los que alejan al común de los humanos de la idea inicial de que el representante de Cristo en la tierra es un hombre humildísimo y reticente a la mayoría de placeres mundanos. ¡Es que hermanos, si esto no era gula....¿que michi era?!

La enorme y pesada cruz de oro del monseñor me hizo recordar también a cuando visité el Vaticano en el 2007 y quedé asqueado por lo frío, frívolo y poco cálido de la capital de nuestra religión (de la cual, por falta de identidad común, ya no deseo formar parte). Le pregunté a mis viejos si verdaderamente se sentían orgullosos de profesar el catolicismo y acuidir todos los domingos a misa. Les pregunté asi mismo si consideraban a esta referencia cercana - la cabeza de la institución cristiana en Arequipa- como un hombre fiable, al que podían acudir con total confianza en cualquier momento y hora (de angustia o de felicidad). Hablamos de muchísimos aspectos y lo curioso es que nadie se opuso, a pesar de tenerlos tan cerca nuestro a este grupo de religiosos glotones.

Todo, como suele ocurrir en mi caso, terminó en una broma graciosa o una imitación exageradísima de las poco refinadas maneras con que se embutían las viandas estos señores. Todo esto para la diversión general de mi familia, muy especialmente de mi hermanito Matiitas.

En 15 minutos el vinacho estaba agotado. Fijón como soy, noté que acontinuación ordenaron una generosa ración de postres, y para bajar la cuestión.... sus respectivos mates.

Entre tanto, al grupo de gringos por fin le llegó su banquetaso. Grata fue mi sorpresa al ver que su menú era casi idéntico al que habíamos solicitado con mi familia.

Poco después monseñor Del Río, el cura español, y los otros dos glotones se pusieron de pie ... dando ahora sí por culminada su francachela. Curiosamente, casi al mismo tiempo de su retirada - y con esto les juro que no miento- los norteamericanos cerraron sus ojitos y se agarraron de las manos para dar las gracias al Padre Santo por tan divina ingesta. Mi viejo notó entonces que Monseñor Del Río, antes de salir del restaurant, procedió a meter el bling bling ( saben a lo que me refiero ¿no?) dentro de su saco.

1 comentario:

Rodrigo dijo...

PRIMO, GRACIAS POR ESTE RELATO QUE, AQUI EN MI TRABAJO, EN ESTA CIUDAD OSCURA, ME HA HECHO RECORDAR AQUELLA VEZ QUE FUIMOS A COMER A UN RESTAURANTE DE COMIDA TIPICA AREQUIPEÑA, CON MI FAMILIA Y LA TUYA, CUYO NOMBRE AHORA NO RECUERDO.

TAMBIEN RECUERDO EL SOL EN LA CARA MIENTRAS ESPERABAMOS LA MESA Y EL EXQUISITO OLOR QUE BROTABA DE LOS PLATOS QUE AHI SE SERVIAN. NO CABE DUDA QUE LA COMIDA AREQUIPEÑA ESTARA SIEMPRE ENTRE LAS MEJORES DEL MUNDO.

LO DEL CURA, NI PARA QUÉ COMENTARLO. POCOS LUGARES COMO AREQUIPA ESTÁN TODAVÍA SECUESTRADOS, AMORDAZADOS, CONDENADOS A LA INFLUENCIA DE ESOS HOMBRES "DE FE". LOS ZODALITES, POR EJEMPLO, TIENEN EN NUESTRA CIUDAD SU MAS ESTRUCTURADO CUARTEL.

ASI PUES SEGUIREMOS IMPORTANDO CURITAS ESPAÑOLES, CUAL VIRREINATO PERUANO, PARA QUE ADOCTRINEN A NUESTROS JOVENES, COMAN CUAL BEDUINOS Y MUESTREN SUS GORDOS ANILLOS DE ORO QUE, LOS MAS "FIELES DE LOS FIELES", SE ATREVEN A BESAR.

UN ABRAZO Y MAS POSTS DE AREQUIPA EN EL BUEN AMIGO.

ATTE.

MAINE TROLAIN OF MAINE TROLAIN O, DICHO CRIOLLAMENTE, EL LEAL DE TUS LEALES.