viernes, 28 de septiembre de 2012

LAS DAMAS Y YO


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Cada vez que salgo de mi apartamento, muy temprano en la mañana, me encuentro en el camino con una linda y misteriosa muchacha que, como yo, se levanta diariamente con el alba. Y, mientras yo acudo presuroso a una cita más con mis dibujos y obras en el taller, ella, arropada hasta el tuétano, saca a pasear, sin aparente preocupación ni por el tiempo ni por nada en la vida, a su perro.

Ya son varios días que nos cruzamos en la ruta. Insisto en el misterio que le otorga lo sobrecargado de sus ropajes, pero eso me gusta, pues me hace imaginar que hay algún tesoro escondido allá adentro. Ya le he visto los ojos, pero aún no la saludo. He notado sus claros rizos, pero aún no me le he acercado.

La razón elemental de todo esto es mi temor a cagarla.

Con una dama a mi lado, me he dado cuenta, que puedo verme condicionado a una situación totalmente diferente (con los varones, en realidad,  todo me llega al pincho). Paso a sentirme particularmente imperfecto y subordinado a la conmoción que me genera una especie tan similar pero a la vez tan distinta en su integridad y nociones de la vida, como es la mujer.

Qué se yo... Una de mis enamoradas -aún sabiendo que sólo ella me fascinaba hasta la cúspide más absoluta del enamoramiento y la excitación carnal, y que, así mismo, yo no era ningún tipo de maníaco sexual- me increpaba constantemente por los posters de calatas que, por puro cague de risa, tenía pegados en mi cuarto.
Y esta costumbre mía, era sencillamente por puro interés y símil extrañeza (desde lo visual, en este caso) por lo llamativamente contrastada que es esa bolsa de valores tan poderosa e impredecible, llamada feminidad.

Sobre todo, cuando una dama me parece interesante, me siento ansioso (no confundir con 'arrecho') por el inquietante deseo de conocerla -y darme a conocer- con profundidad (en todo el sentido de su pensamiento, desde luego) y a puertas bien abiertas (en todo el sentido que implica la libertad de expresarse, claro está). Saber sus secretos, sus puntos débiles, sus anhelos, y todos, pero todos, sus devaneos.

Pero ojo al piojo, aquí vuelve la razón preponderante (a la cual, por poner un ejemplo, me refería cuando esa ex-pareja mía se irritaba por tener que chantarse mi afición por las potonas coleccionables de el diario "El Chino") por la que me siento un poco amenazado cuando una muchachita encantadora se aparece en mi camino.

Confieso, señoritas y señoritos, que ME DA MIEDO QUE LAS DAMAS SE ESPANTEN DE MÍ.

Pues sí. Hay un terror en mí al rápido desenlace que les genere el percance de haber conocido la -acaso-  atrevida e inoportuna esencia de mi autenticidad. Esa, la que me lleva a recopilar, con devoción, amarillentas fotografías cuasi-pornográficas de periódicos chicha, o a transcribir en mis textos, dibujos o canciones, con total descaro, todas, todititas mis emociones. Por eso, la verdad, la verdad,  no tengo demasiada confianza en mis cartas, cuando me toca jugar una partidita con una linda damar. Porque siento miedo que al abrir yo la boca, espante. Al mostrar al detalle mi mundo, aturda. Al ejercer con plena libertad mi arte, (me) obstruya. Aún sabiendo que, en el fondo, sí me agrada ser como soy, pues me siento fiel a mis pulsaciones.

Entonces ¿Qué debería hacer?   ¿¿ Dejar de ser así, tan "loco"??

Precisamente, por más que me hayan (o me haya) -con justicia o sin ella- hecho fama de "loco" desde hace algún tiempo, yo sí tengo modales, una moral -mediana o mayormente- respetable, y, me consta (y, estoy seguro, les consta también a las damas con las que he tenido oportunidad de relacionarme, así muchas no lo reconozcan) que más allá de los avatares propios de mi desbordante pasión, yo nunca he sido ni he intentado, por voluntad propia ni por natural idiosincrasia, causar desagrado, repudio y/o arcadas en una fémina.

Sin embargo, vamos creciendo, y uno de lejos percibe que lo que -en la mayoría de casos- prefieren las señoritas es un hombre moderado. Y yo.....mmmmmm...........No lo soy.

Moderarme está bien, en algunos aspectos. De hecho, hay  defectos en los que vengo trabajando últimamente. Mi apuro por conseguir las cosas que quiero. Mi terquedad. Y mi desmedida (por no decir mounstruosa) algarabía o frenesí cuando celebro algún logro (tiendo a ser en algunas ocasiones 'una poquitita' egocéntrico, chauvinista, regionalista, vanidoso, etc.) o lamento de un pesar (tiendo irremediablemente a apelar a mi street fighting man, etc.). Pero de ahí, de limar de vez en vez mis ásperas uñas de gárgola... a dejar de ser una gárgola, pues....   ¡Hablamos cuñao!  ¡¡NICA!!

Recalcaré, que así como abro mi corazón para expresar con veracidad todo lo que siento en cuestión a las damas, así mismo, no creo que sean del todo infundadas estas feítas sospechas mías de que puedo espantar fácilmente. A damitas bien hechas, al molde ideal del corte y la confección que, en nuestra sociedad de alta costura, siempre serán consideradas "pret-a- porter".

Yo voy a serte sincero, muchacha guapa del can. Me gustaría desde mañana o pasado, empezar a decirte 'Hola'.
Yo voy a serte bien franco, amiga Johanna. Me gustaría correrme el riesgo de invitarte a que conozcas mi taller, y no te espantes por su onda, para así poder tomarnos unas coca-cola.
Yo voy a ser igual de honesto y sensato que tú, Lorena querida. Me gustaría ir a buscarte a los cupcakes,  un día de estos, y de ahí conversar en el malecón con María y buen vino fresco.

Sé que puedo desagradar. Sé que al conocerme con damas, en la búsqueda que cada uno tiene, podemos posiblemente no conectar. Sé bien, también, que aún no he sanado del todo mi corazoncito lesionado y, que pasar la página del final de una historia querida -a pesar de su desgraciado final- con una mujer muy muy amada, cuesta lo que tenga que continuar la inminente penita en el alma.

Por eso, ahora, mientras tengo el tiempo para estar solo y aprender de mi soledad, me gustaría reestablecer, de manera sana y fructífera, la particular relación que tengo con las damas y su universo. Confrontarlas, ya, sin tanto temor, para darle un sentido renovado y más bello a mi vida con ellas.


2 comentarios:

cafe dijo...

Dante, SIN MIEDO.

Unknown dijo...

sabias palabras compadre dante
que alegria poder volver a leer tus articulos
aguante el buen amigo