domingo, 16 de septiembre de 2012

EL DOMINGO, MURIEL Y LA PINTURA.

smiley smile




El domingo es el día de la anarquía en mi casa, pero es indispensable. A diferencia de los otro 6 días de la semana , en el domingo yo procuro no tener un horario al cual regirme. 
Me despierto acalorado, con la lengua mojadiiiita, el pipilín como el sagrado pabellón bicolor, y la preocupación -vaya a saber uno por qué-  de un acusado por crímenes de lesa humanidad. Todo por el sin número de pesadillas (y/o sueños intensos) que me invaden al dormir últimamente. En estos sueños intensos, se ven involucrados de manera tragicómica gran parte de los personajes de mi vida. Los mejores, los peores,  y también aquellos que en realidad no conozco nada, tan sólo de vista.
Y aún así todos tienen roles protagónicos cuando estoy en los brazos de Morfeo. Yo quisiera saber entonces ¿ A qué corresponde tan poco juicioso maremoto de caras y realidades inconsistentes?

Leo el diario , bebo el jugo de naranja que la buena de Elena ha dejado preparado para mí y me pongo a pensar qué demonios iré a hacer. Mientras tanto pongo el segundo disco de los Gatos como telón de fondo.

" Es mejor que siga solo hasta el final para poder encontrar felicidad"- canta un Nebbia maltoncito.

*

El jueves último mi gran amiga Muriel Holguín realizó su primera exposición individual . Fue una experiencia muy emotiva y grata para mí. La calidad técnica y sentimental de sus trabajos, realmente caló hondo, bien hondo, en mí, cuando me los puse a observar. Uno a uno fui guiado hacia una recorrido interior muy íntimo y honesto. Pude sentir vivamente a esta hermosa dama gritando al planeta entero todo el inmenso deseo de dar un amor legítimo, leal y perdurable.  El increíble ruido de su corazón. Con la melancolía albergada desde el fondo de su ser, sí, pero - ¡vaya gesto tremendo!- a la comparsa irresistible de los colores más vitales y vibrantes -cual peces hermosos en el fondo del mar- que yo haya alguna vez visto en muestra de arte alguna de esta Lima -valga la redundancia- artísticamente tan aburrida, paranoica y soberbia. Fue un orgullo muy grande para mí, el percibir aquella noche a mi amiga querida ofreciendo talento y actitud a granel  -impecablemente ejecutados, por cierto-  para todo aquel, conocido o extraño, que se diera cita en el denominado -por mí- Centro Pitucolich, en pos del deleite de sus laxadas pupilas.

Todos estamos orgullosos de tí, Muriel. Tus padres, tus hermanos y estos cuantos amigos de las aulas universitarias que, fieles como Iván Cruz a la cocaína, permanecemos junto a ti siempre, para comprobar una vez más que : "ESTO ES VIDA Y LO DEMÁS... MENTIRA". Que nos mate la bebida, dulce hermana.  Devorar en tu cocina un sin número de pizzas junto al genial de tu viejo y su pícaro humor, mientras en la pantalla de la tele aparecía el "Flaco" Malásquez, todo acabado y con lentes negros, rememorando desde la banca de un parque las horas cúspides de su trayectoria como futbolista.... ya de por sí, fue el broche de oro para tan preciado encuentro. Inolvidable.

Fue tu noche, mujer buena. Te la mereces, y no me cabe dudas que vendrán miles más.
Gracias, de todo corazón, por incluirme en la lista de agradecimientos amicales en el cómic que has confeccionado. Puede que no tenga un carajo que ver con algún tipo de favoritismo, pero  -debo confesarlo-  me sentí el bebito más mimado del mundo cuando noté que mi nombre iba primero.


*

He vuelto a pintar. (Para los que me conocen) Suena raro  ¿no?  Pero sí, me han vuelto unas ganas grandiosas de pintar. Yo pintaba bonito. Sacaba lindo el color. Pero dejé de hacerlo porque dejó de divertirme y, desde entonces, hallé en el dibujo y la música unas únicas -al parecer- tablas de salvación.

Sin embargo, han pasado ya varios años de esos sinsabores con todo lo que la pintura abarca y significa como tema y ritual para mí, y ahora que cuento con un espacio que me estimula tanto como mi taller, he empezado a pensar  ¿Por qué no?  ¿Por qué solo dibujar nada más? ¿Por qué solo agarrar la guitarrita?

Ayer volví a manchar una buena porción de papel tabaco y, vaya, que lo gocé más de lo que hubiera esperado. Fue bonito. Fue distinto. Fue sumamente liberador. Me sentí como los niños a los que enseño en el colegio donde trabajo, cuando veo que son tan frescos y libres para mezclar los colores y dar rienda suelta a todo su primitivismo e insinuación natural. Sé que muchos dirán que eso luego conduce a una reflexión más cesuda y analítica, y por ende a la resolución de una problemática. Puede que sí, sea cierto, pero ahorita me pone contento y tranquilo el no estar haciéndome todavía esas preguntas.

Hoy por hoy necesito desarrollar mi arte para beneficio espiritual mío (y el de mi bolsillo).

Estoy pintando y dibujando y haciendo música. Estoy trazando proyectos que me lleven -por sí solos- a conocer nuevos territorios y distintas personas. No quiero forzar nada, pero de verdad quiero comprometerme  con sacarle el jugo a mi soledad.

Llevo un par de semanas en esto y, después de algún buen tiempo, puedo afirmar  -igual, sin por eso tener que exterminar a esos cumpas míos de siempre, llamados violencia, locura y desmadre-  que me siento bien.


No hay comentarios: