Estando la ultima semana en Cusco para la Navidad, mi hermano Matías adquirió en un célebre mercadillo un compiladito de Queen. Los exitos de siempre de la inmortal banda de la reina. Habían de las que me gustan: "Bohemian Rapsody", "Bicycle Race" y mi ultrafavorita "Killer Queen". También de las que no, ¿Hace falta nombrar más que "I want to break free"? (Pues ya que insisten, "Who wants to live forever")
El Mati, entusiasmadaso de ver que en el folletito habían las letras, se paso todo el puto viaje cantando como toribiano la totalidad de los tracks. 'Cha que por lo menos habremos escuchado el disco en el carro 10 veces. Y no miento, me hastié.
Pero descubrí algo bien bacán, que Brian May toca mi corazón.
Sí, incluso en los temitas mas pacharacones... el puto se las ingenia para hacer de su parte guitarrera un sublíme arreglo floral, que va volviendose en enrredadera con taaaaanta naturalidad a medida que se suceden las notitas. ¡Un maestro! Un músico de los que me encantan, virtuoso.. es verdad, pero con tanto clamor por comunicar su fiebre del alma, que los sonidos que logran sus dedos al rasgar las cuerdas simplemente parecen una continuación muy espontánea de su ser. Qué duda cabe... la más pura definición de su condición humana.
Así pues, es que hoy establezco que junto a Keith Richards y Carlos Santana, el señor Brian May, aquel del mismo peinado ruloso de toda la vida y de la cierta similitud con Big Bird de Plaza Sésamo, forma parte de la trilogía de mis guitarristas favoritos. He dicho.
Y así queda sellada otra certeza que establezco, casi sin quererlo.
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