jueves, 26 de julio de 2012

¿QUÉ ES LO QUE QUIERO HACER?

ajá






Vienen siendo estos, días variados. Diversos. Rutinarios. Típicos. Tranquilos. De salir a veces. De quedarse en casa la mayoría del tiempo. De pensar mucho. Y también de no dudar ni una vez en presionar el diarreico botón del desborde, que me permite llegar a vuestras casas mediante estas líneas.

Tengo plata, harta plata en mi cuenta de ahorros (pues desde a marzo ya formo parte de la Población Económicamente Activa), pero me da mucha angustia sacarla pues temo que la dilapidaré dulce y veloz (como la canción de Copas De Mar).

Esto debe ser, como con la mayoría de cosas que hago últimamente, porque no tengo mucha fe en mí. No me creo capaz de conservar algo con paciencia, en tranquilidad y con la madurez idónea para afrontar que ya no hay marcha atrás, que en poquitos días cumplo 25 putos años y, si bien las cosas se renuevan cada 365 días, yo todavía no siento la satisfacción suficiente (Feliz cumple 69, mi querido Mick Jagger. Cuando vengas al Perú con los Rolling .. prometo esperarte acampando, de todas mangas, en las afueras del Pepito Díaz).

Con mis sueños. Con mis planes.



Hoy una amiga me lo preguntaba a larga distancia. ¿Qué es lo que quieres hacer ahora, digo, en el presente?

Buena pregunta, Claudia. Vaya que me descolocó y me hizo sentir bastante mentiroso y marica, pues, si bien te dije mediante palabras con aplomo de que “la música, mi arte, seguir enseñando .. tatatín, tatatán …”, más o menos el idealista rollito de siempre, ni yo me creo mis palabras del todo, pues las estadísticas me descalifican y comprueban que, sin hielos de por medio en el vaso a medio llenar de mi futuro, yo hasta ahora no me hallo bien encaminado por ninguna ruta asfaltada (o a medio asfaltar). Y eso, para serte sincero, me preocupa.

“Te creería si tuvieras 19 o 20.. pero 25 ya es una edad en la que deberías tener claro a dónde dirigirte. No puede ser que un problema sentimental obstaculice tanto tu camino personal.” – me decía esta tarde mi padre mientras saboreábamos una rica picsa.

De hecho, mi papá las tiene claras. Debe ser también por la experiencia.

En cambio yo, soy de ratitos. Por eso no completo nada.



Últimamente, por ejemplo, ahora que he venido por 2 semanas a Arequipa, me ha venido unas ganas inmensas y recontra renovadas por volver a escribir (Mi primo Rodrigo es un gran culpable de esto). No sé, tengo ganas de expulsar palabras en mis hojas de cuaderno, de dibujarlas poco a poco. No hay un tema preciso sobre el cual yo quiera hablar en verdad, sin embargo, son escenas que acontecen en mi cabeza que ahorita prefiero plasmarlas en oraciones, en párrafos de pandemia o sacristía devota, en lugar de darles vida eterna o enfermarlas con papiloma virus bajo las formas siempre circulares de mi estilo de dibujo artístico.

Ahorita quiero escribir, quiero narrar con palabras. No sé si mañana ese espontáneo deseo persista y termine construyendo una casa de cimientos sólidos alumbrada por un sol generoso. Por ahí dicen que uno debería hacer conexión entre esas ganitas locas e instintivas por hacer algo, con las ganitas locas por ganar plata, es decir, ser profesional. Pues sí ¿no? Todo tendría más orden, más coherencia. Todo se integraría más mejor.

Pues me gustaría experimentar eso, pero me asusta horrores mi otro lado. Ese mounstruito marrón y perezoso de la decadencia y la dejadez que habita conmigo día a día y es también mi fiel compañero y/o consejeros en los momentos menos esperados. Mi Lazarillo de Tormes en la indecisión.

Es que ¿ves? Volvemos a lo mismo. No hay una fe ciega en mi convicción. No sé si quiero escribir un ratito, o pintar un ratito, o ser estrella de rock un ratito.

Juro no dudar de mis capacidades, pero no sé si quiero dejarme de huevadas y SER REALMENTE CAPAZ DE HACER LO QUE TENGO QUE HACER.

Por el momento estoy acá, en mi tierra a la cual siempre regreso -qué sería de mí si no- haciendo más o menos lo de siempre :

Saboreando ubres arrebozadas y locros de pecho (me falta sexo, sin duda) en típicas fondas de domingo junto a mi familia. Liberando tensiones -pero a la vez sumándome mas, pues, no nos engañemos… ¡las redes sociales no relajan!- agregando y viendo bobería y media por el facebook. Saliendo de tarde con mi mejor amiga, la Wiki, a un centro comercial local para que ella se compre un delineador bien negro marca Armay y yo, a mi vez, canjee por fin mi tarjeta regalo por el Día del Maestro (¡no saben! Me he comprado una camisa rojo pasión ¡reeegia!).

Y de noche encontrándome con el flaco Scooby, mi amado amigo el Santiago, para primero admirar la rigurosa disciplina literaria (el sí es una escritor y trabaja arduamente para serlo) y delicioso aislamiento de todas las “comodidades” enviciantes de esta vida postmoderna (entiéndase, televisión, computadora, etc.) que tiene en el pequeño pero –reitero- delicioso cuarto blanco (lleno de libros interesantes -como el que juntos ojeamos con simíl entusiasmo de las memorias de Eusebio “El Chato” Grado- , anotaciones en su pared sobre las cosas que tenía que hacer al día siguiente, y un escritorio inmaculado, iluminado por un pequeño lamparín flexible) que ocupa en la bella y aún altiva mansión del barrio de Jerusalén donde habita con su abuelita.

Dándome el derecho –y el lujo- de adentrar en este reencuentro con mi pata Scooby, les cuento lo que procedió, pues me parece justo y necesario.

Nos fuimos a chupar harto, como siempre hemos hecho ambos, pero con la delicadeza de que esta noche era un martes, y acá en Arequipa -supuestamente, dicen las viejas- los martes la gente respetable no liba. Qué mierda. Éramos dos hombres al filo de la noche de un oscuro y frío martes. Teníamos ganas de etanol y eso ) a nosotros, amigos desde la más tierna infancia (Primera Etapa, corrupto colegio Prescott), siempre nos ha dado perfectamente igual.

El Scooby quería un pisco sour y yo sólo una chelita helada. Hacía un ratito, el que les habla había retirado 45 lucas de un cajero globalnet, y ahí estábamos con nuestra sed a cuestas, pero, por amarretes –lamentablemente esto también nos ha unido desde tiempos remotos- , sentados en un barsucho de mala muerte, uno con la puerta de salida trancada por un palo del tamaño de un roble (al mejor estilo de las viviendas en Cajamarca, perdón Gregorio Santos) y donde, previsiblemente, el pisco sour si es que aparecía en el listado de la agüitas de tamarindo, no les daba la gana de prepararlo en la puta vida real. ¡Qué chucha!  pensé frotándome onanistamente los bolsillos. ¿Para qué gano mi platita dignamente, si cuando vuelvo a reencontrarme en mi ciudad con mi hermano vamos a seguir yendo –sin desmerecer a esta suerte de bulines, desde luego- a estos burdos cuchitriles donde ya -a vísperas de mis 25 años y formando parte de la Población Económicamente Activa - no puede concebirse empezar una parranda, sino -si es que acaso, cómo último recurso… como hacen los muchachones con los sanguches de huevo y queso cuando les vienes la gula a la hora del bajadón- tan sólo finalizarla.

Así que le dije “Vámonos Scooby”, y nos dirigimos de inmediato al bar, al templo –para decirlo en términos más exactos- que desde hace ya varios años tiene grabados nuestros nombres en su pared. El Ad Libitum, puticlub y/o fonda y/o snack bar, testigo mudo de imborrables momentos, a lo mejor los más felices de nuestro crecimiento como seres de bien con el codito empinado, que sabemos dejar bien en alto el nombre de esta ciudad hermosa y aún en permanente estado de eyaculación precoz de valor y gloria. El Ad Libitum, el “Yo Soy” arequipeño del Cavern Club de Liverpool, siempre ubicado con majestuosidad en los derredores de la calle San Francisco. Nuestro segundo hogar (nada que ver pues con ese matadero de mierda con la puerta trancada).

Subimos al 2do piso, el cual siempre hemos ocupado con los de La Secta, pero ¡oh sorpresa! , estos chuchas habían tenido la osadía de borrar nuestros nombres del muro.

En eso nos atiende un dulce homosexual.

Me pareció que podía pasar piola como el “Yo Soy” de Koky Belaúnde del Cavern Club de Arequipa. Una cosa de locos la loca. Estaba todo enfundado en un enjuto atuendo de corriente casimir negro, y al parecer era la nueva mesera del lugar (¡vaya que se echan de menos a las meseras meseras!).

Mi pata Scooby, que de estas lides de la ‘crema volteada’ ya tuvo la oportunidad de conocer algo durante su underground periplo por Buenos Aires, ni se inmutó con la macanuda e irreverente presencia del andrógino individuo, y rápidamente le solicitó la bebida bandera de nuestra nación, con la prestanza del que sabe que su amigo –ahora portador de dinero honradamente obtenido- se la iría a obsequiar.

Para lamento de mis arcas llenas, no se equivocaba el Scooby.

Y bueno, yo también pedí mi chela helada, recalcándole al Andromeda de azabache que la deseaba rapidito y más helada que derrier de pingüina.

Pues bien, la escena se habría de repetir cualquier cantidad de veces durante la siguiente sucesión de horas que pasamos con mi también barbudo amigo, al interior de este bello antro, hablando, como es costumbre, de todas las cosas que amamos, odiamos, y soñamos con llevar a cabo en esta vida.

¿POR QUÉ SIEMPRE ACABAMOS HABLANDO Y RELEYENDO LOS LINDEROS, PÁRAMOS Y CAPÍTULOS DE NUESTRA VIDA CADA VEZ QUE ESTAMOS BEBIDOS? ¡NO ME HABLEN DE EXPLICACIONES CIENTÍFICAS, CIENTÍFICOS MALPARIDOS!

YO PREGUNTO DESDE MI MODESTA IGNORANCIA…. ¿ ¿ ¿ NO SERÁ QUE VIVIMOS PARA BEBER Y BEBEMOS PARA VIVIR ¿???



No sé, al menos el Santiago y yo -puedo afirmarlo con certeza- tomamos grandes decisiones -que de seguro iremos fraguando con el paso de los días- para nuestro beneficio en el tiempo próximo.

Fue hermoso.

El muy perra, abusó de mi dadivosidad y se pidió además una nueva ronda - esta vez como parte de una sucia happy hour- de pisco sours.

Yo ya no recuerdo bien, pero me parece haberme tomado 2 cervezas más, que el híbrido personaje de negro luego totalizaría en la boleta de pago de la “tacuen” con el magnífico resultado de … ¡45 lucasas a pagar! Es decir, todo lo que del globalnet hacía algunas horas había yo retirado. ¡Ya qué chucha! Hoy por ti, mañana por mí, hermano Scooby.

Sonando “Live wire” de AC/DC, Scoobsy bajó al escusado del santo lugar presto a miccionar todos los gajitos de limón que el licor de bandera había dejado revoloteando en su vejiga.

Yo me quedé esperándolo con algo de confort y tranquilidad después de tan divina tranca. En eso, diviso desde las escaleras , que en el primer piso estaba reunida una junta de veteranos médicos (lo supe porque uno de ellos, el que más en estado comatoso se encontraba, hizo mención al oficio que tenían) que ya desde hace buen rato, eran los únicos feligreses –junto a nosotros- en seguir departiendo, justo a puertas de que el clon nocturnal de Koky Belaunde tuviera a bien decirnos el siempre amargo “Estamos por cerrar”. En eso, mientras el Scooby aún meaba, sobre la tierna imagen que sin mentirles, era para un cuadro de Van Gogh, de estos típicos viejitos arequipeños ( con su clásico peinado arequipeñito de antaño, aquel del pelo corto ligeramente lamidito para atrás, con su bigotito de labrador de Uchumayo y/o prefecto de nuestra ilustre ciudad) chupándose unas rubias a lado de un ventanal antiguo que dejaba ver los adoquines alunados de la calle que daba al bar, se alzó de pronto y con suma potencia la ronca voz de uno de ellos, y esto fue lo que afirmó con regionalismo prepotente, pero a mi modo de ver -será por las canas, será por la misma experiencia que mi padre derrochó en lo que me dijo mientras comíamos la riquísima picsa- también con la entrañable y, a lo mejor , justificada indignación de ese tipo de viejos cascarrabias a los que –vaya a saber uno por qué- la gran capital de todos los peruanos -esa ciudad a la que los arequipeños tenemos usualmente entre los dientes porque nos la queremos comer como el más picante de los rocotos rellenos- les llega soberanamente al nepe.

“ Que allá se cachen entre todos, si quieren, y se maten entre todos, si quieren. Pero yo, yo estoy acá en Arequipa”.

-Afirmó el venerable galeno con un chauvinismo único, que a Fernando De Szyslo y a muchos más les parecerá rídiculo, pero que en mí, apelando a la verdad de la milanesa, hizo que no pudiera evitarme el esbozo de una sonrisita irónica al oír tamaña erupción de barbarie y encono. Pero también de cierta verdad.



Luego, el Scooby salió del ñoba y nos fuimos contentos y con sed aún, al pírrico sucucho de mala muerte donde erróneamente habíamos comenzado nuestra andanza. Allí una jarra de ron Bacardi blanco mezcladito con 7even Up, nos devolvió de inmediato a la escuela secundaria.



****

De ahí enestos días, no hago mucho más que pensar. Mirar el techo de mi cuarto cuando no puedo dormir y me vienen las pesadillas sexuales (porque correrme la paja ahorita ya no es tan paja). Ah sí, mi mayor placer además de escribir idioteces como esta que estás leyendo, es , sin duda, quedarme largas horas escuchando y re-escuchando nuevos discos que me traje en mi USB desde la Lima ruca, y que en las mañanas los quemo en físico para que mis oídos puedan gozarlos, analizarlos y diseccionarlos en la noche.

¡ Es exquisito! ¡ Amo a la música! Es la única cosita loca que me tiene tan pleno como el sexo. Y ya pues, ahora que soy monje porque no realizo una cópula desde Semana Santa, pues sólo me queda la siempre inestimable compañía de mis discos. ¡Puta, que los adoro! Aprendo tanto de ellos… POR AHÍ, A LO MEJOR, ESA ES LA COSA QUE SÍ ME HARÍA RECONTRA FELIZ. PODER TENER LA OPORTUNIDAD DE ESCRIBIR DE MÚSICA EN ALGÚN MEDIO Y GANAR PLATA CON ESO PARA TENER LA OPORTUNIDAD DE SEGUIR COMPRANDO LIBROS Y DISCOS DE ROCK AND ROLL, A MIS ANCHAS, Y SEGUIR BEBIENDO, A MIS ANCHAS, Y SENTIRME MÁS SATISFECHO DE EMPLEAR ASÍ TODO LO QUE ME GUSTA PARA SER UN PROFESIONAL BIEN DE LA PUTÍSIMA MADRE.

Ahorita estoy gozando muchísimo con la música de Litto Nebbia (por fin puedo echarme a escuchar sus casi 80 y tantos discos uno por uno), Manal y Javier Martínez en solitario. ¡Vaya letras las de los mencionados en sus canciones, vaya música frontal, honesta y salida de adentro! Sencillamente me destruyen, me hacen sucumbir a un hechizo sublime que sí logra hacer que me sienta en estos momentos un hombre mejor, un hombre con ganas de disfrutar plenamente de esta vida.

Almuerzo con mi hermano Matías y mi padre Dante, mientras vemos -intercaladamente- “Doctor TV” y “Amor Amor Amor” para cagarnos de risa con esa extravagante (ir)realidad peruana que muchos menosprecian y califican, de saque, como basura. A nosotros, no sé por qué, nos agrada. Y tampoco nos interesa demasiado el descubrir la razón. Somos así, televidentes por naturaleza, un poquito banales cuando nos da la gana de serlo.

Hoy me desperté a la 1 de la tarde y me di con la sorpresa de que mi viejito había decidido comprar una tele aún mucho más grande. ¡De puta madre! Seguro que estaremos sintonizando también “Esto Es Guerra” en HD, y nos reiremos de la imbecilidad de ese chico llamado Gino, del equipo de los hombres, que cuando le preguntan cuál era el instrumento que tocaba Ringo Starr en los Beatles, responde él con el temple que le da su torso bien logrado : “Esteeee….. No sé si era el bajo o la guitarra”. (Además, cómo no, de que este pechito aproveche la oportunidad, frente a la renovada caja boba, de sentirme más turbado que nunca con la indescriptible presencia de ese bendito pedazaso de res llamado Sully Saenz).

Y bueno, a 4 días de cumplir 1 cuarto de siglo, esto es, valgan verdades, lo que vengo haciendo y lo que quiero hacer con mi providencial tiempo de promesa del balompié lorcho.

Con mi vida.



“Revuelvo mi pelo, me miro los pies.”

“No miro el techo para ver más que yeso, y la ventana me sirve para mirar.”

“ Un jardín y mis amigos no se puede comparar con el ruido infernal de esta guerra de ambición, para triunfar y conseguir dinero nada mas, sin tiempo de mirar un jardín bajo el sol antes de morir.”

-Javier Martínez


3 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

El 87 fue un año muy muy raro Dantesco

Hola, soy el Buen Amigo dijo...

Ay, mi amigo Barto. Vaya que sí viejo. Rondaron creo, aves extrañas. El avión de Alianza se cayó, Andy Warhol se fue a la otra vida, Gringasho aún no había venido al mundo.. Es decir, la rareza ERA hace 25 años. (hoy todo es nada más franquicia de GV Producciones). Un abrazo a la distancia, buen hombre. Y gracias por darte el tiempo de leer este mamotreto adolescente. (Ya nos veremos en el taller para beber y vivir cada vez que se pueda ).