miércoles, 13 de octubre de 2010

La culpa la tiene Ramiro Llona

( ) () ( )


Estoy con unas ganas tremendas de dejarme un bigote, y en efecto, lo hice la noche de ayer luego de ver el libro "Grandes Maestros De La Pintura Peruana" donde aparecía Ramiro Llona con su look de artista comedido, de equilibrado hombre con la eterna barbita (que tanto me recuerda a mi papá) bien cuidada, y el pelo moldeado de manera natural, hacia atrás, por la costumbre que otorga el peinarlo de la misma manera durante años.

Yo jamás -por lo menos eso digo ahora- seré así, resignado en paz a establecerme bajo una misma forma, un mismo look, una misma situación de anclaje, un mismo comportamiento. Por eso, me dirigí al báño tras ver las fotos de Ramiro Llona (con su pinta Fleetwood Mac durante su periplo neoyorquino), decidido a volarme esa armoniosa pero muy aburrida y seriona barba que ya llevaba 3 semanas perdurando, y seducido por la carta desconocida de una renovación en mi aspecto, tuve a bien (¡como tantas otras veces !) conservar -tras la trasquilada facial- unos inusuales mostachos, que si bien raros, me convencí en defender a capa y espada, desde el día de hoy, ante los esternos fantasmas, muy conservadores, de la duda, que no tardan en aparecer siempre que quiero arriesgarme más de lo normal con mi sex appeal.

Y así me levanté esta mañana, y a primera hora tuve un esbozo de esperanza al divisar a través del espejo que hay dentro de mi closet a estos, mis mostachos triunfadores. Seguidamente, los expuse al ojo público. Fui a desayunar y con orgullo proclamé a mis padres - sin que ellos realizaran observación alguna- que siempre había querido, desde hace algun tiempo, dejarme los mostachines, y que, si bien en enésimas oportunidades había venido arrugando, esta vez sí sería la vencida y como textualmente recuerdo haber dicho "Ahora sí me las voy a jugar por mis bigotes".

El desayuno se acaba. Mi madre, quien ha venido a Lima con el fin de sus chequeos anuales de salud, se alista para ir a sacarse sangre. Yo hace rato ya debería estar en la universidad para aprovechar algunas horas de la mañana antes de mi cita con el psicoterapeuta. Pero ¿Qué hago? Retorno al hornito de mi cama, zurrándome en todo y convenciendome de que esas 2 horas de hueco antes de mi cita con el doctor Warthon, no serían pues las más provechosas pero sí las más placenteras si es que me dejaba caer en los brazos de morfeo.

¡¡ Nunca me arrepentiré de esto!!

¡¡¡Sabia decisión!!!

¡¡¡¡ Nada mejor hay que estar en off!!!!

¡¡¡¡¡ Para los padres, para los hermanos, para la novia, el doctor, los amigos .... PARA TODOS!!!!!


Recobro la conciencia algo contrariado. He dormido riquísimo pero cercioro que -para variar- estoy tarde. Ya no llego nicagando en bus al doctor. Iré a bañarme rápido para tentar un taxi.

Ya cambiado y con la mochila al hombro, a punto de salir a encontrarme nuevamente con el mundo, mi cabeza ya no es la misma de ayer por la noche razurándome en el baño, ni de hoy al inicio del día cuando me autoproclamaba -al fín- triunfador en mérito de la perseverancia con mi biogotito de reminiscencias vargasllosianas*.

Nuevamente sentí que no estaba preparado para aceptar otra rara elección a solicitud de mi vanidad. E intentando perder el menor tiempo posible, desbaraté en menos de 5 segundos la brevísima existencia de mi bigote como ente independiente de mi cara. Y así mismo, desbaraté otra de esas certezas que -por algún motivo- me son tan difíciles de asumir.



* Vaya mi mención al flamante Premio Nobel de Literatura.

No hay comentarios: