viernes, 19 de agosto de 2011

PASAJERO EN TRANCE

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El que está volteadito, el de la capuchita, ese es.





Subo al avión apresurado, me voy a Arequipa para ver a Charly García. Me voy a Arequipa y, la verdad, me gustaría allí quedarme y recomenzar de cero toda mi estructura, hoy desfasada, por los avatares del corazón, del maldito corazón loco e impreciso.


Hoy pues, no emerge de mí, naturalmente, la seguridad de hace algunos años. Tampoco es que me queje. Sencillamente quisiera que algo ocurra y tenga que quedarme en Arequipa por mucho tiempo. La situación no es mansa en Lima. He tenido tiempos mejores.


Arribo a la sala de embarque ni tan puntual ni tan en falta, y en seguida llamo a mi mamita para avisarle que ya estoy listo para abordar. Entonces, al ingreso, me topo con 5 piratas bellamente desparramados sobre sus respectivas butacas. Me parece simpática la pinta de trasnochados que tienen, y puedo adivinar, al instante, que son rockeros en trance.


Sí pues, los estuches de sus violas me lo confirman.


Tomo asiento cerca de ellos y empiezo a especular sobre la misión que irán a cumplir en mi tierra. Lo primero que se me viene a la cabeza -no miento- es que se trata de la banda que acompañará al ídolo argentino. Luego, creo haberme equivocado, pues los veo algo 'misios'. Además, no me parece reconocer a ninguno. Sin embargo, no hay forma de que no sean auténticos músicos de rock and roll ¡Está más claro que el agua, esas trazas no son las del grupo Afrodisiáco!


Entonces, es levantándome para ir a la cola que sube al avión, que distingo a un moreno ensortijado, con inconfundible acento bonaerense y trajinada figura de rolling stone latinoamericano. Se dirige en dirección a la patota rocker.


Pues, con dos vistazos nada más, me doy cuenta que a este sí lo manyo. Es el Negro García Lopez, guitarrista y eterno aliado del genio del bigote a sangre y sal.


¡Bonita manera de empezar a empaparme con toda la locura del gran concierto de la noche de mañana! Voy a viajar con los músicos del maestro. Afortunados ellos y afortunado yo también. Empiezo a emocionarme.


Subo al avión, relajado, y saludo con escueta cortesía a la azafata. Quiero ocupar mi lugar y pasarme dibujando cualquier huevada, con una chela durante el vuelo. También me placería mucho dormir. Sin embargo, rápidamente, mis manos vacías me hacen notar que algo no anda del todo bien. ¿Dónde mierda está mi maletín de mano? ¿Dónde mierda está? ¡Toda mi ropa y artículos de primer uso para estos 3 días, estan ahí!


Bruscamente tomo el camino de regreso a la puerta de la nave y le cuento a la azafatita lo ocurrido. Ahora no le soy escueto y ante su indicación de que, como pasajero, estoy impedido de salir nuevamente a la sala de embarque ( pues de hacerlo perdería el vuelo), procedo a describirle con harta prisa pero con lujo de detalles el aspecto de mi neceser. "Es un maletín Nike, pequeño, de color negro y azul. Lo debo haber dejado en mi asiento de la sala de embarque". Ella le avisa por walkie talkie a un encargado de la aerolínea, y me dice que espere un momento a su lado hasta que el sujeto le comunique los resultados de su búsqueda.


Los pasajeros entran y entran al avión, pero nada veo de mi maletín. Cada minuto que pasa se me hace más insoportable, y me siento cada vez más como un completo cojudo, parado junto a la señorita, mientras esta saluda imperturbable e incansablemente, con invariable sonrisa, a cada uno de los tripulantes.


No sé que chucha hacer, y así, mientras tanto, el Negro García Lopez y todos los demás de la pandilla Say No More hacen también su ingreso. Cancherasos ellos, ante la curiosa (chismosa) mirada del muy normal gentío que ya se ha posicionado en sus lugares. Y así, mi maletín que sigue sin hacer su reaparición triunfal, mi cabeza en las nubes, la señorita saludando como conejito duracell, y derrepente.... CHARLY GARCÍA.


"¡Asu madre! ¡Asu madre!" le empiezo a decir a la azfatita. Charly García ahí nomás, adelantito nuestro, pasajero bendíto, pasajero inesperado. Puedo jurar por Dios que ni en sueños me lo habría imaginado.


"Es Charly García ¿no?" me indaga en voz baja la dulce mujer, interrumpiendo, de hachazo, sus saluditos.


"¡Sí!" le confirmo. "¡Es mi ídolo!"


Me conformo, entonces, con mirarlo, pues ni un "Hola Charly" me sale de la garganta. Está hermoso, gordito pero realmente muy bien de salud. Nada que ver de como me parecía verlo por los medios.


Pero, de hachazo, una vez más, la dulce azafatita me interrumpe tan perfecto estadío.


"Señor, me informan que no han encontrado ningún maletín Nike azul con negro en la sala de embarque. En todo caso, lo único que puede hacer ahora es tomar asiento".


Cruzo el pasillo sin palabras, veo a Charly García sonriendo, y pregunto a uno de los de su staff si puedo pedirle un autógrafo. Me dice que sí, pero después, una vez arribados a la ciudad del volcán.


"Después ¿no?" pienso irónicamente. Después, de seguro, mi viejo va a mandarme a la entrezorra, cuando le cuente que una vez más me extravié a mí mismo y por ende a mi maletín, en el trance inicial de esta locura que ya es el concierto del pasajero García, aquel que en estos instantes se halla a sólo 5 asientos de separación del que les habla, en este avión que ya acaba de aterrizar.